Los surcoreanos Monsta X no son desconocidos en Madrid ni España; su música tampoco. En 2018 estuvieron en el mismo escenario que esta noche les ha visto revolverse ágiles y acompasados. Entonces vinieron dentro de la segunda gira de su carrera llamada The Connect World Tour; ahora lo hacen para presentar el disco We Are Here en su andadura por doce países de Asia, Europa, Australia, América del Norte y América Latina. Han elegido Madrid como inicio de este periplo por el cariño que el septeto de Seúl tiene entre el público español. La acogida fue sinónimo de éxito asegurado. Monsta X, para quien no los conozcan, podría decirse que es un producto de laboratorio musical. Nacidos del reality NO.MERCY, producido en Corea por Starship Entertainment y Mnet., se trata de un Factor X o Top Idols asiático que este mercado ha catapultado a la fama con entidad comercial. Este fetiche codiciado por el público femenino sabe granjearse a su público a través del atractivo danzarín.
Como sucedió en 2018, la banda veinteañera hizo de Vistalegre una bomba de relojería que estalló desde la primera canción, Shoot out, y no paró hasta Rodeo, pasando por Dramarama, con una consecución de bombazos pop. Si Mosta X tiene algo es tirón ante un público entregado que conoce el producto y espera ser recompensado con alguna dedicatoria en coreano o guiños lanzados por las pantallas que magnificaban el auditorio.
Los componentes se esforzaron por mantenerse como un grupo de chicos que todavía necesita crecer si bien la fuerza de su juventud suple coreografías sencillas. La puesta en escena espectacular dejó boquiabiertos a los entusiastas y a quienes se aburren ante tanto movimiento exento de carisma personal. Monsta X es un conjunto de voces reducidas a poca cosa si les quitas la parafernalia tecnológica circundante. El despliegue de efectos se mezclaba con temas pegadizos que invitaron a bailar con intensidad enajenada. Se sucedieron como una retahíla de sintonías en las que el título fue la única variante. Este sonido entra por ojos y oídos sin que la parte artística del cerebro procese su valor. El concierto, a pesar de los fallos iniciales en la hora el inicio, se explayó con benevolencia inusual. Minhyuk y Shownu interactuando con el público, hacían pausas intermedias. Las actuaciones e intercalaron con vídeos en los que el mensaje daba cancha al contenido adulto en un concierto diseñado para sus Monbebes y un público juvenil. Las pausas sirvieron para acercarse como seres humanos entorpeciendo su ritmo bailable. Es entonces cuando el aura de astro desapareció, perdiendo el encanto que habían cosechado. Movidos ente el k-pop, el hiphop y el EDM, hicieron de sus canciones bombazos entretenidos, dejaron caer algún rap con número de beatbox improvisado, por parte de Joo Heon. La música de Monsta X es fácil, destinada a reventar las pistas e introducir textos poco conocidos y menos entendibles. El resto, se dice por sí mismo.
