El rock ha salido sobrado en la sala El Sol con destellos de regalo refulgente. La penumbra reinante durante la primer parte del concierto dio un giro hacia episodios más deslumbrantes en la segunda. Los teloneros tuvieron hambre de éxito y ganas de dejarse la piel en cada acorde. Tobogán viene desde Logroño haciendo honor a su nombre, con el impulso de montaña rusa que invita a deslizarse por su espina dorsal sin complejos ni temores. Los riojanos llegan dispuestos a armar jaleo y no dar tregua al punk-rock descarado. La presentación del disco Mamá tiene una pistola se condujo por el vértigo sin cinturón de seguridad, a pelo, con aplomo y certeza. Se respiraba seguridad y solidez, confianza. El nervio del vocalista les acompañó siempre con toques de hardcore y stoner afinados. El escenario quedó abonado para que el rock continuara creciendo.
El plato fuerte se sirvió en bandeja de plata, recién sacado el horno. Hermana Furia, que también vino con su trabajo nuevo bajo el brazo, hizo honor a su nombre. La reunió despegó con Grita con Furia, el sencillo que abre su álbum debut, Todo Mal. El cuarteto roquero no dejó de moverse entre saltos de una vocalista incombustible y un grupo que supo acompasar la descarga bailona de Nuria Furia. Su voz se envolvió en su garra gutural para sostener melodías con mensaje. Canción tras canción despertaron emociones roqueras y ganas de saltar mientras el público que abarrotaba la sala las coreaba, convertidas en himnos. Nada emprende el vuelo en la formación roquera sin la electricidad de Edu Molina, un guitarrista capaz de convertir la lengua en púa y rasgar las cuerdas con tanta mala leche como entrega. Las baquetas sostenidas de Tweety Capmany fueron la cobertura perfecta para mantener en pie un ritmo golpeador, sin distorsiones dentro de una efervescencia que supo a poco.
El momento divertido e inesperado lo puso Julio Ródenas, presentador de Radio 3. Sus riffs fueron la nota rompedora en una actuación con gesto entregado. Hoy se cumplieron dos sueños: la presencia de un apoyo mediático incondicional como quinto componente de Hermana Furia y la posibilidad de tocar en vivo a ritmo de una guitarra enfurecida. Lo estrictamente musical aparcó su protagonismo para pronunciarse contra los conflictos armados: desde Biafra hasta el Sahara, pasando por Ucrania; contra el perro que se mea en la puerta del vecino sin permiso. Música, paz y agitación fueron un trío que bordó una noche redonda. Sólo queda desear lo mejor a una banda que se lo sabe currar sin edulcorantes en el directo. En Hermana Furia no hay fingimiento, las poses no entran en su forma de comunicar que tiene la naturalidad como chispa.
