No se les caen los anillos de los dedos al decir que hablamos de un grupo nacido al cobijo de la pandemia. Más allá de este hecho anecdótico, la necesidad de impulsar a la música indie trajo al mundo el efecto Delaire. Esta formación, asentada en la procedencia variada de sus componentes, tiene frescura que no busca imitaciones. Su estilo presenta reminiscencias de pop rabioso cantando en castellano. El sonido va por libre sobre una línea rítmica marcada por la guitarra de Rodri. Maneja los remos de una barca que se mantiene firme y suave. Ni la batería del palentino Edu ni el toque sintético del órgano que maneja Carlos se quedan atrás. Las composiciones son versátiles, multiinstrumentistas y cañeras. El cuarteto no pretende sorprender con lo novedoso sino atrapar a través de melodías inconformistas que no se baten con el berrido para ser más contundentes. Se mueven sobre la cuerda eléctrica dominante. No ejecutan canciones repetitivas, tampoco aburren, mantienen al cuerpo con el baile en su nervio. El protagonismo del teclado introduce momentos de hipnosis con personalidad que, sin hacer de menos al resto de la instrumentación, da un punto característico a ecos punzantes y letras directas. El parón obligado por la aparición del coronavirus ha consolidado la fuerza de una formación que no necesita grandes impulsos para presentarse.
Los antiguos The Night Animal no son amigos de las medias tintas. La revolución está en el escenario mientras lanzan mensajes donde incomodidad y vitalismo se dan la mano. Además de un repertorio variado, el EP Vale Volar desgrana un alma festiva. La relación imposible expresada en Cuerpo a tierra podría referirse al ser humano o a la música como fenómeno abstracto. Se ensalza la pasión por emprender un camino difícil, ensombrecido por la lucha interna entre entre los artistas incipientes. Jinetes Muertos reflexiona sobre la velocidad a la que vivimos y la huella que dejaremos en este mundo. Tribunal es un paseo por los recuerdos de una época en Madrid. Los enredos entre dos amigos, por las calles nocturnas de la misma ciudad, habitan en Perros Callejeros con fachada sentimental. La presión que las redes sociales ejercen sobre las bandas El fenómeno de las redes sociales, entendido como presión hacia el colectivo, tampoco escapa al interés de Delaire en Todo está vendido.
Aunque el concierto pasó rápido, la cita fue un festival con ganas de movimiento. El cercanía sorprendió por la contundencia. Delaire se dejó la piel en el escenario mientras sus integrantes alborotaron a una audiencia conocedora del menú sonoro que iban a degustar. Su vibración fue un cohete cuya mecha parecía inagotable. Otro exponente del rock español emergente no defrauda aunque se lo proponga. No tiene alma perdedora. Su energía ilusiona y eso agrada en momentos que las actuaciones en directo comienzan a respirar de nuevo.
