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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

LA ESTELA DEL PAPA FRANCISCO
Reflexiones sobre su vida
JGS

Pinceladas sobre la vida del papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio) tras su muerte
 

El hombre y la muerte no se llevan bien. Sabemos que el fin de la vida no llama a la puerta, y cuando llega, sobrecoge de manera inesperada. Quizás porque nuestro amor por la eternidad física hace sentirnos invulnerables mientras no nos cansamos de buscar la durabilidad perpetua. Cuando el fallecimiento procede de seres queridos aumentamos la sorpresa con dolor, un dolor que atraviesa el alma (algo intangible) para hacernos más vulnerables. En vez de alegrarnos porque el sufrimiento del moribundo ha acabado, lloramos su pérdida. En vez de reconciliarnos con el paso de la fisicidad a lo que muchos denominan paraíso, sentimos pena. Este apego por lo material, ¿no será un egoísmo alejado de los dictámenes que el papa Francisco difundía? ¿Nos aflige el peso del sentimiento ante la visión del cuerpo que comienza a corromperse y que la tradición reclama un ataúd? ¡Qué pequeños somos y qué poco reconocemos la espiritualidad excepto cuando, en un acto de aflicción ecuménica, buscamos que ese numen se apiade del muerto! Aprovechando el momento, los más pragmáticos incluyen en las oraciones la reserva de un hueco celestial para acoger su presencia cuando toque. Le ha llegado el turno a Jorge Mario Bergoglio, a Francisco: el papa de los pobres. El rastro dejado dentro y fuera del Vaticano trasciende de lo religioso. La figura papal nunca desaparece, sólo el encargado de defender su representatividad terrenal; el poder que ostenta tampoco ni, mucho menos, la congregación que se erige detrás. El escogido tras la renuncia de Benedicto XVI quiso saltarse el poder de una institución que se considera por encima de todas las cosas y personas. En sus 12 años de pontificado buscó estar al lado de quienes menos tenían. El sur Global emergió frente al capitalismo occidental con la iglesia de la periferia mientras que no mostró su apego por las mesas ni banquetes reales. Incluso después de su muerte ha querido despedirse como el papa de los zapatos desgastados. Francisco se ganó la simpatía de los creyentes más desfavorecidos y algún ateo que veía la desaparición del inmovilismo vaticano como una realidad. También lazó una encíclica verde que llama al arrepentimiento de los pecados ecológicos.
Su acercamiento al movimiento LGTBI despertó un aperturismo de la libertad sexual. Los matices vinieron después con frases como ‹‹Las uniones entre parejas del mismo sexo no pueden equipararse al matrimonio›› o cuando comentó en un viaje entre Río de Janeiro y Roma que ‹‹Si una persona es gay, busca al señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla››. Palabras que se mueven entre la fidelidad a sus creencias y una tolerancia fácilmente aceptada y peligrosa, afilada.


El cardenal presbítero procedente del barrio bonaerense de Flores fue un rompedor dentro del sectarismo católico. Lloró en Lampedusa sobre los campos de refugiados que catalogó como ‹campos de concentración›. Los llamamientos a parar las guerras no identificó abiertamente a Israel como genocida aunque, en una audiencia privada de noviembre de 2023 con palestinos en el Vaticano, sí que lo hizo. La Santa Sede no tardó en puntualizar esas palabras. Las acusaciones comprometidas formaron parte del discurso que quiso hacer de lo humano parte de la crítica política que jamás traspasó los muros del mensaje religioso; dichas condenas tuvieron poco efecto excepto para lo informativo.
Abrió los espacios de debate sobre el papel de la mujer en la iglesia hasta nombrar a la monja italiana Simona Brambilla como prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, pero nunca los apoyó. Durante una reunión a puerta cerrada el 20 de mayo de 2024 ante 200 obispos de la Conferencia Episcopal italiana CEI), el papa número 266 de la historia comentó que ‹‹los cotilleos son cosa de mujeres›› y que los hombres ‹‹llevan pantalones››. En 2019, durante una cumbre contra la pederastia; también afirmó que ‹‹todo feminismo acaba siendo un machismo con faldas››.


Las finanzas vaticanas han estado en un territorio oscuro accesible para una minoría escogida. Además de bajar varias veces el sueldo a los cardenales desde 2021, prohibió a miembros del Vaticano invertir en paraísos fiscales. ¿Cuántos utilizaron la ingeniería financiera para vulnerar esta prohibición?... se desconoce. Antes del papa Francisco, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), popularmente conocido como Banco del Vaticano, se sentaba a la mesa con la mafia. La creación de una Comisión Pontificia para estudiar una posible reforma financiera removió la tranquilidad eclesiástica que vio cómo se despedía a cuatro cardenales y se nombraba a otro prefecto de la nueva Secretaría de Economía para supervisar el presupuesto de la Santa Sede y el Vaticano. Actualmente, su economía se sostiene a través de tres pilares: donaciones de fieles, inversiones financieras y un patrimonio inmobiliario que supera las 5.000 propiedades. ¿Por qué la biblioteca del Estado más pequeño del mundo sigue estando protegida por muros inexpugnables, custodiada por templarios que permiten un acceso ultra limitado? Francisco fue la cabeza de una estructura en torno a la que revolotean más buitres que palomas. Fue un salmón que navegó a contracorriente sin saber nadar lo suficiente.

A pesar de pedir perdón sobre la pederastia y abusos sexuales ejercidos por miembros de la Iglesia católica, no estamos hablando de pecados a expiar sino de delitos que deben ser investigados por la fiscalía. El papa Francisco supo predicar pero no gestionar ni enmendar los errores permitidos como lo hizo el arzobispo de Canterbury. ¿Cuántos representantes religiosos ha cesado por estas acusaciones, la mayoría demostradas? ¿Fue tan buen gerente como comunicador? Ahí queda la pregunta condicionada por las concepciones morales de la opinión personal. Sus aperturas son el principio de un camino que no quiso, no pudo o no le dejaron completar. Ya están saliendo comentarios sobre el miedo a la ola ultracatólica reaccionaria que puede surgir tras esta muerte. La trasformación del cónclave en una quiniela informativa es una frivolidad.
A la afirmación de que la Iglesia no es perfecta, el papa venido de las barriadas respondería ¡qué le voy a hacer si el carácter humano tampoco lo es! O debería decirse que la jerarquía católica es sectaria en su estructura y logística. ¿No será hora de replantearse el papel papal en esta fortaleza y, puestos a elucubrar, cuestionar el género de un Dios que siempre ha sido masculino?
Los intentos aperturistas del jesuita dejan el báculo pastoral al sucesor en una tarea poco cómoda que la historia debe perpetuar. Las sombras que custodian el camino que a su sucesor le toca seguir nunca duermen.

 


JGS

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