El colapso eléctrico reciente llenó las calles madrileñas de una actividad inusual. Tres días después, sus calles vuelven a llenarse de gente caminando en un son pacífico y bajo otras banderas. La protesta se mueve con intenciones de expresión cívica. El Día del Trabajador se pone en marcha. Más allá de las manifestaciones obligadas, y esperadas, esta jornada festiva es mucho más que el eco de la reivindicación callejera. Se trata de aprovechar el espacio urbano para exteriorizar una intranquilidad generalizada sobre la problemática social y económica que vivimos. Es el momento adecuado para que la preocupación general salga a la calle, impulsada por la afectación de políticas que dañen su bienestar ganado a pulso.
Hoy es un recordatorio de los acontecimientos que marcaron una jornada trágica marcada por los incidentes en la fábrica textil de McCormick. El país donde las revueltas sindicales comenzaron a aporrear los cimientos empresariales no celebra el Día del Trabajador en mayo. En Estados Unidos, esta efeméride, conocida como Labour Day, se celebra cada primer domingo de septiembre para reconocer la contribución de los trabajadores a la fortaleza, la prosperidad y la abundancia de la nación, despojada de entidad sindical. Sin tener muy clara la autoría de su instauración, ¿este cambio en el día de su onomástica, trata de evitar la glorificación de los mártires de Chicago que establecieron en otros países el 1º de mayo como el Día del Trabajador? El Día Internacional del Trabajo estadounidense tiene sus orígenes durante la jornada conocida por la Revuelta de Haymarket, acabando en cinco condenas a muerte y tres trabajadores encarcelados. Los obreros manifestantes exigían la modificación de la Ley Ingersoll con la inclusión de las ocho horas en la jornada laboral. Francisco Franco abolió la celebración del 1 de mayo como Día de los Trabajadores para cambiarlo por la Fiesta de la Exaltación del Trabajo, creada en 1940. En 1956 pasó a llamarse Fiesta de San José Obrero, instituida como San José Artesano por el Papa Pío XII en 1955. La festividad religiosa la desvinculó de cualquier reivindicación proletaria. El 19 de mayo de 1975, el dictador presidió un despliegue de coros y danzas bajo una parafernalia que homenajeaba a la mujer en su Año Internacional. Después de su muerte, el Día del Trabajador recuperó este nombre.
La marcha por ganar tiempo a los derechos sociales se pone en funcionamiento con el formato de manifestódromo. El secretario general de UGT, Pepe Álvarez; y el líder de CCOO, Unai Sordo, encabezan la madrileña. En 2025, la incomodidad laboral crece con la apatía del ciudadano, en gran parte ocasionada por los enfrentamientos entre las alternativas que los representan. El capitalismo implacable se ceba en una juventud carente de futuro estable. Los problemas de vivienda, la carestía en el empleo y la imposibilidad de crear un proyecto de vida caminan juntos en la lucha por las 37,5 horas semanales. Los casos de corrupción continuos como los ERE o el fraude con tarjetas de crédito desmotivan al contribuyente interesado en una reforma del despido o la exigencia de una autonomía defensiva europea. Más que la caída de la afiliación sindical en España, inquieta la escasa conciencia de clase obrera, inmersa en una economía neoliberal marcada por una guerra arancelaria que no parece molestar a la intranquilidad económica doméstica. Pero la realidad hace equilibrios en el vacío de la peligrosidad que puede convertirse en compañera cotidiana del trabajador. La marcha por ganar tiempo a los derechos sociales exhibe su músculo mediático en el manifestódromo. ¿El apagón del 28 de abril pronostica otro más oscuro en forma de futuro o la cordura será el sereno que nunca duerme? |
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