Quién iba a decir a los constructores del antiguo puente de los Héroes del Alcázar de Toledo, convertido por unanimidad en 2009 en el Puente de Praga a través de un Pleno del Ayuntamiento, iba a ser un punto de tránsito recorrido por un peregrinaje inesperado. El 28 de abril, sus 197 metros de largo (aunque muchas fuentes no especifican su longitud) se convirtieron en calzada invadida por una ordenación humana himenóptera. El tráfico automovilístico que normalmente rueda sobre su firme cedió protagonismo al caminante. La distancia se convirtió en un reto que debía salvar las distancias ofrecidas por una ciudad como Madrid. No se trataba de un paseo gustoso a pesar de que la serpiente multicolor alfombrara de vida la frialdad del gris hormigón. Los ciudadanos transformados en transeúntes avanzaban mientras sienten la brisa dejada por los coches que adelantaban su paso. Un vehículo policial rompió el silencio de la caravana entrante a Madrid. Algunos ciclistas también superaron a estos maratonianos por un día. Estudiantes y currantes compartieron obligadamente la caminata de varios kilómetros que separa el metro de Embajadores y Ciudad Lineal como meta mayoritaria. El objetivo era llegar a casa tras ser expulsados del trabajo o estudios en una jornada anormal.
Los peregrinos del asfalto con los que no casa el año jubilar esperan más explicaciones que agasajos por su gesta. Viajeros forzosos entre quienes ¿habrá algún devoto al muerto Francisco? Qui lo sa! Algunos circulaban envueltos en la música favorita que sale de unos auriculares ocultos; otros, mitigaban el cansancio con charlas rutinarias, también imperó el silencio en esta cola interminable.
Por sus caras los conoceréis..., y, tras una observación poco forzosa, los rostros dibujaban cualquier marcha indígena de Perú, Colombia, Méjico, Ecuador, las promovidas por el MPI o una minga dominical. Sin lasitud. La multiculturalidad era su aspecto identificativo. Unos, estaban pegados al móvil, la mayoría a sus mochilas; se hablaba de lo que habían comido: una hamburguesa. ¡Tengo cobertura!
El sol castiga de frente al tiempo que sombras humanas avanzan arrastradas por sus dueños, excursionistas forzados a regañar con agujetas que no han sido sugestionadas por el placer gimnástico. Los bronceados no se buscan, no aspiran al matiz lustroso con que presumir. El helicóptero de la policía revoloteaba Madrid Río y las cercanías al Espacio Madrid Calle 30 en los prolegómenos a un Primero de Mayo reivindicativo y cercano. |
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