La mafia ha encontrado en los niños superdotados un nuevo filón que expandir su negocios turbios.
“Safe”, la sexta película que dirige el neoyorquino Boaz Yakin, simplifica la lucha abierta entre distintas clases de mafias, el punto más divertido del argumento. Mei tuvo la mala suerte de ser descubierta por un cazatalentos al servicio de las mafias orientales. Entre pistolas y garrotazos se dan cita las
tríadas y la delincuencia rusa junto a una muestra de la policía corrupta norteamericana. La depravación adquiere un aire de multiculturalidad bandolera.
El escenario discurre entre casinos, tugurios clandestinos, droga,
Chinatown (Nueva York) y Bensalem (Pennsylvania). La frivolidad y lo original de
“Safe” muestra cómo estos matones se reparten una ciudad en porcentajes que ellos marcan. La extorsión y peleas por su control mandan.
El capacidad mental que posee Mei (Catherine Chan) sirve de hilo conductor para un thriller pugilístico. Luke es un perdedor consumado; ella, una niña superdotada en inteligencia matemática. Está siendo utilizada por el hampa para engordar sus cuentas; es objeto de manipulación, zarandeada entre chinos y rusos como mercancía sin identidad.