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NOTICIAS Y NOVEDADES 2016

Histórico

 

CUANDO LOS VEINTE AÑOS NO SON UNA MAYORÍA DE EDAD

"XX Certamen de Teatro Universitario 2016"
(Facultad de Filología, UCM)


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XX Certamen de Teatro Universitario 2016
 
 
 
La fiesta del teatro cumople veinte años en la Universidad Complutense de Madrid

El calendario, a veces, registra coincidencias curiosas: el mismo día en que los Premios Max homenajeaban al teatro nacional, en la Complutense, dentro de un ámbito más reducido, arrancaba la vigésima edición del Certamen de Teatro Universitario. Mientras que este actúa como punto de partida para nuestra futura cantera de actores, los Premios Max suponen el reconocimiento a años de esfuerzo y dedicación profesional. Con conjunciones como esta, el mundo de las candilejas tiene un doble motivo para sonreír.
Veinte años de vida, en los que la ilusión participativa supera a las ansias de ganar, dan para mucho (alegrías y sinsabores incluídos). Si Germán Coppini, el vocalista de Golpes Bajos, anunció en la cima de La Movida que corrían malos años para la lírica, la Administración, con su política analfabeta, asfixia el tejido cultural español.

La tarta de cumpleaños apagó sus velas, antes del soplido final, en una edición que, con algunas excepciones, no ha sabido estar a la altura. El desencanto se dejó sentir con obras poco lúcidas e interpretaciones a caballo entre la exageración y el aburrimiento. Una disparidad que ha ayudado a separar con mayor fiabilidad la paja del trigo. La diferencia entre buenos y malos actores radica en que mientras los primeros se toman las cosas como un juego serio, los mediocres juegan con la seriedad; lástima que el público se convierta en perdedor inocente. En tanto que el hambre por escuchar, leer y ver teatro esté presente, la cultura jamás caerá en el olvido. “El mejor juego es aquel en el que no te das cuenta de que estas jugando” (John Katzenbach).

Tracy Letts, inspirado en los textos de Tennesse Williams, se caracteriza por reflejar las tripas de una América escondida, oscura. La obra con que arranca este festín teatral, “Agosto: Condado de Osage”, está marcada por la atmósfera agobiante de unos personajes tétricos respirando suicidio, alcohol y pastillas. El vacío de una familia desestructurada vive su reencuentro ante la desaparición de un patriarca fantasmagórico, figurín de la mediocridad. Su ausencia alimenta el drama de una reunión familiar donde los secretos se mezclan con las miserias humanas. La presencia inicial del señor Weston es plomiza, muestra a un personaje decadente, sumido en el caos de un abatido aburguesamiento. El montaje de la Compañía Tuch, en su necesidad de abarcar mucho, aprieta poco: toca la infidelidad matrimonial, el desencanto marital, la depresión profesional, la aceptación de la muerte, la mentira, la homosexualidad, el incesto. Todo eso conforma un volcán activo que no llega a estallar con la seriedad escénica que el texto exige.

La dirección de Fernando Salvaluna, respetando el guión original de Tracy Letts, se hace compleja y aburrida.La soledad materna, nudo dramático, desvela la actuación pobre de Inmaculada Almagro Saorín (Violet Weston), embutida en el papel de zombi drogado. El melodrama reproducido por los miembros de Tuch hace del patetismo su emblema. “Agosto: Condado de Osage” es una obra arriesgada dentro de su sencillez argumental; complejidad de personajes y tramas van descubriendo la soledad humana. El humor negro preside el resquebrajamiento de las relaciones familiares.

  'Agosto: Condado de Osage'

'Ariadna y Ariadna'

El oscurantismo de la América rural, personificado en el clan Weston, de la obra anterior, busca paisajes luminosos en la mitología griega. Las tierras de Oklahoma encuentran en el abandono de la hija de Minos y Pasífea por parte de Teseo un digno reemplazo. “Ariadna y Ariadna” es una obra de oposiciones, dividida en dos partes, donde la tragedia y el final festivo encadenan sus fuerzas para ensalzar el dolor del desamparo y la fiesta del amor, que recuerda las decoraciones de las vasijas helenas.
La tristeza que marca el abandono de Teseo se mezcla se mezcla con los personajes pintorescos que acompañan a Sileno en el cortejo del dios Dionisio. En la segunda parte, abunda la picaresca dionisíaca de una deidad que quiere sentir pasiones terrenales en el paraíso de Naxos. La melancolía inicial de Ariadna se trasforma en cuento de final feliz con sabor a drama satírico.
 
La Escena Roja salta al minimalismo escénico del teatro contemporáneo con “Siete Segundos” en una propuesta tan apocalíptica como desangelada. No sólo plantea la inmersión en la cabina de un avión asesino, dispuesto a vaciar su tripa de detritos armamentísticos sobre inocentes, sino que busca taladrar la mente de un piloto víctima de la manipulación del poder. Manipulación política, manipulación militar, manipulación tecnológica en la que el ser humano pierde la capacidad de pensar racionalmente para sucumbir ante el cumplimiento de las órdenes castrenses. El hombre cede ante el poder de la máquina convertida en cárcel y la eficacia del asesinato quirúrgico.
“Siete Segundos” escenifica una reflexión sobre el hecho de que la muerte no es noticiosa si no existe sangre de por medio.
 
'Salud, dinero y trabajo'
La primera representación en este festival de la compañía El Barracón impacta por su inspiración en el decorado vacío que acoge a ideas sostenidas entre fábulas, crítica amarga y plasticidad de voces y cuerpos. Siguiendo con la tónica de la obra anterior, “Salud, dinero y trabajo” es un canto al minimalismo escénico. La palabra suple al objeto y la fuerza del texto agita formas a caballo entre el cuento y la tragedia social apoyadas en la imaginación de las historias contadas y vividas por los actores. Son narraciones convertidas en realidades de andar por casa, supervivientes del día a día. Arturo Dimaggio, Laura Ferrer, Javier Martín e Ignacio L'Orbe son cuentacuentos modernos que preservan la tradición oral dentro de un mundo desarreglado. Las tres historias de esta pieza poseen el nexo del dolor y la figura humana como centro gravitatorio del abuso. La batalla racial, valorando a las personas por el color de su piel: “total, es un negro”.A los negros, a los excluidos, se les puede contaminar de peste bubónica, se les puede denigrar en el trabajo hasta convertirlos en perros; se les puede pisotear. ¿Nos hace esto más felices o engorda el pozo de la infelicidad convertida en constante vital? “Salud, dinero y trabajo” es un juego de la palabra vivida como un relato, donde la potencia interpretativa de unos actores duchos y convincentes es vital; una obra colectiva de cotidianidad apabullante, sin adornos, muy limpia.
La versión apocalíptica de “Siete Segundos” tiene continuidad en “Angelus Novus”, ahora dentro de un mundo donde la estructura social es presa de la decadencia fascista ejercida por el Sistema. Éste se convierte en una Gestapo que persigue a los ciudadanos enfermos, separándolos de la población sana, creando guetos en los dos bandos. La soledad se expande dentro de un colectivo obsesionado por el miedo a la enfermedad y la consiguiente alteración de la Sanidad. Es la preservación de una idea purificadora que divide al conjunto en puros y apestados, en controladores y controlados. Se acaricia el fascismo, descubriendo el miedo que cualquier Estado totalitario esconde bajo su piel de serpiente. “Angelus Novus” es quirúrgicamente perfecta y moralmente sucia.
Los últimos días en la vida de Federico García Lorca se enfrentaron a la muerte entre las paredes de una celda oscura, dentro del tenebrismo franquista que comenzaba a estrangular la libertad y progresos republicanos. El poeta granadino convive en una cárcel con el fantasma de la muerte y la máscara de la vida, encarcelada por pensar, por cultivar el espíritu y transmitir sus enseñanzas. La primera parte de “Federico y Dióscoro” transcurre por derroteros oníricos, llenos de desasosiego en una crítica a la sociedad fantasma de una patria, una bandera, una religión, una sola fe. En la segunda parte, Lorca deja de permanecer en soledad para encontrarse con Dióscoro, un maestro de pueblo y hombre sabio de la vida: amante de la ILE, el humanismo, la República y valores de libertad. El rodillo del franquismo se cierne sobre el ateísmo de Dióscoro y la homosexualidad de Lorca. Se está imponiendo el ideario nacional católico, de pensamiento alienante y monocromático, destinado a ensalzar la figura del Caudillo que personificará el poder de esos ideales. En el fondo, Federico García Lorca y Dióscoro Galindo González estaban hechos de la misma pasta: el librepensamiento.
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