La venganza no se acaba con más venganza. El presidente francés François Hollande está dispuesto a limpiar el honor ultrajado en los atentados contra París entrando en el juego de los terroristas. Les piensa aniquilar con todas sus fuerzas militares, sin cabeza ni mente fría. 48 horas después de las atrocidades contra París, los aviones del ejército galo, armados hasta los dientes, destruyeron posiciones del Estado Islámico en Al Raqa, un gesto de enfrentamiento estúpido. Hollande, con esta acción, ha conseguido dar más propagada a los asesinos que atacaron su país (¿o deberé seguir diciendo ‹‹nuestro››?). En este pronto de furia infantil se ha manchado las manos como los asesinos yihadistas. Se ha convertido en un personaje carnavalesco, todavía envuelto en el sudor de los atentados, incapaz de gestionar esta crisis con la inteligencia que se le exige a un mandatario político cabal. ¿Acaso ha conseguido algo?, ¿qué persigue su furia juguetona excepto manchar de más sangre lo ensangrentado? La ineptitud no gana batallas. La guerra al Estado Islámico no se vence con las represalias puntuales sino con la cabeza. Levanta una idea peligrosa: la existencia de viveros terroristas detectados que sólo se hacen desaparece cuando alguien pisa los galones al ofendido; en este caso, Francia. Es muy difícil acabar con la propagación de este califato autoproclamado pero lanzar bombas que pillen a inocentes funciona. Y si entre las víctimas hay civiles, no pasa nada porque son personas que sufren el acoso de la dictadura islámica; además, como buenos mártires pronto se reunirán con Alá. La exactitud quirúrgica de sus aciertos no casa con la dejadez ejercida contra el EI. Estos bombardeos ponen en evidencia al gobierno francés y al resto de naciones europeas que ahora apoyan solidariamente. Esa precisión matemática significa que tenía (o tiene) controlados desde hace a los bastiones del Dáesh (como Estados Unidos, como Inglaterra). Debe escocer vigilar al enemigo situado a miles de kilómetros mientras se ríe de ti en tus propias narices. |
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Hollande, ¿qué has conseguido?: todo un chorro de propulsión cartesiana y testosterona cabreada. ¿Si no matan a un ciudadano francés, y no te los ponen de corbata, ¿habrías hecho lo mismo? Con este bombardeo, el político francés busca erigirse en adalid de una cruzada sin tierra santa con la sombra de Argelia no muy lejos. Hollande mancha más el nombre de Francia con este bombardeo y salpicar la calles de París con cadáveres, por si tenía pocos. Acaso él, y sus amigos europeos, son incapaces de acabar con el terrorismo islámico porque le estén financiando con la compra de su petróleo en el mercado negro turco o iraní y no tienen las narices de reconocer su complicidad. |
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