|
|
|
| |
|
|
|
|
LA MUERTE EGOÍSTA DE MIGUEL BLESA
El presidente del consejo de administración de Caja Madrid
se ha suicidado
JGS
|
|
|
|
|
|
|
|
Cuando Miguel Blesa llegó a la cima de su escalafón profesional, se convirtió en funcionario místico del pillaje más rastreo. Una vez que la Justicia descubre los
chanchullos que han permitido a una persona (con repercusión social y mediática) alcanzar las crestas del poder y la codicia humanas, las dudas existenciales surgen con
una fuerza que supera su valor filosófico. Entonces, entre una desesperación meditada, la vida se convierte en declive irreversible. Es el momento del suicidio, una
forma de desaparecer entre llanto solitario, angustia y, porqué no: miedo al futuro.
El nombre de Miguel Blesa ha estado en el candelero informativo desde que el escándalo de Bankia se convirtiera en dominio público; momento en el que dicha entidad bancaria dejó de ser una finca privada para
señoritos. La sombra reluctante de Mario Conde quedó enterrada en el mausoleo de los dinosaurios que no debían haber nacido.
Miguel Blesa se ha suicidado a lo grande, y en soledad, rodeado de 2.000 hectáreas que no le podían acusar ni quitar su deseo por desaparecer; borrarse del mapa sin
necesidad de cirugía estética. En el corazón de Sierra Morena, la finca Puerto del Toro, la vergüenza ha cazado a la entereza. La escopeta nacional, de Berlanga,
rodeada del caciquismo respirado en Los santos Inocentes, ha asistido muda al disparo de un cobarde que ha decidido quitarse de en medio, haciendo un flaco favor a la
Justicia. |
|
Con esta actitud de aniquilación meditada, o traicionada por la desesperación, Blesa deja abierta la incógnita de su
escapada hacia el más allá nihilista. A los mortales lega el paquete de Caja Madrid, las tarjetas Black(4), las trampas de su coqueteo con el dinero fácil, la hermandad
con El Partido Popular que le puso en un poder figurativo, y tan rentable: ése del que se aprovechan los hombres de paja. Miguel Blesa, herido en combate, no pudo
aguantar el embate producido por las desavenencias existentes entre Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre que lo defenestraron en 2010.
|
Blesa, otro representante del ocio bancario lucrativo, ha preferido enfrentarse al arresto domiciliario de quien busca
en el suicidio el fin de sus problemas, cansado de una vida crápula. Su fallecimiento, irrespetuoso con la sociedad, destapa la cobardía de un tiburón que no quiso ser
delfín ni morir como cachalote resignado. Deja el sabor amargo del canalla que huye después de haber robado; ¿se merece entonces misericordia? Jamás sabremos si ha
querido morir como un valiente, prefiriendo enfrentarse a la mirada fría de un cartucho o refugiarse en la irresponsabilidad de quien huye para escapar de sus desmanes
pasados.
|
Los suicidas como Miguel Blesa son masoquistas enfermos, erosionados por la presión de sus actos; estúpidos cretinos abatidos por las bofetadas de su sinvergonzonería. Hasta con su defunción, este trepa burócrata, que de un plumazo pasó a saborear la presidencia del consejo de administración de Caja Madrid, se ha agarrado al titular explosivo. Salvó el pellejo de la cárcel al eludirla, junto a su camarada Rato, para descansar en otra prisión sin amistades peligrosas.
|
Su muerte se mofa del trabajo judicial, montones de documentos se convierten en papel inservible y su
nombre estorba en expedientes comprometidos, entre lágrimas y la carcajada cínica del óbito inesperado.
La desesperación de Blesa deja abierto el dolor de una huida burlesca en el ahorrador hipotecado, más dolorido por este adiós de rositas que por el escopetazo
mortal. Sus sesos, esparcidos por el paraje agreste de un cementerio privilegiado, propiedad de la inmobiliaria Prasa, no conseguirán borrar el agujero negro creado en
los bolsillos y la honradez ciudadanas.
¿Miguel Blesa ha sido un valiente o ha querido ser un valiente? Miguel Blesa no ha demostrado respeto a los muertos ni honestidad con los vivos.
¿Miguel Blesa ha sido un cobarde o se incluirá en la lista de valientes que, teniéndolos bien puestos, se ha enfrentado a la muerte con bemoles? serrrá. |
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
|
|
|
|
|
| | |