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| TAMBORES DE GUERRA
El independentismo radical mancha la celebración de la Diada, convertida en anticipo del 1-O
JGS
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Las celebraciones culturales se tiñen de negro cuando se trasforman en manifestaciones políticas. El rodillo secesionista se impone a escondidas escudado por el deseo
democrático de votar. Desde que que al fenómeno de la desconexión catalanista le empezaron a crecer los enanos, la marca Cataluña se ha ido desvinculando de la marca
España a pasos agigantados; atropellados por una emoción desmedida, apoyado por urnas invisibles.
El día grande de Cataluña ha perdido el espíritu capaz de unir a los pueblos para convertirlo en pretexto enaltecedor, en atropello político. Los amantes del
radicalismo se convierten en rapaces de alcoba estabular.
Esta celebración festiva, impregnada de estiércol político, emponzoña la identidad de una cultura (como la catalana). El fervor de la masa atiende a mensajes que buscan
la convicción a través de promesas unilaterales e independencias de plastilina. Carmen Forcadell y Carles Puigdemont no se cansan en defender los principios soberanos
de una Cataluña nueva que emerge con voz un furibunda. El sentir plurinacional choca con los gritos de guerra de esa pureza aria transnacional que asola Europa. Hoy no
es fiesta en Cataluña y mucho menos para un símbolo tan identificativo como su cultura. Hoy tampoco se viste de luto pero se ha empobrecido. |
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La Fiesta Nacional de Cataluña abandera clamores por el referéndum independentista. La Cultura ha sido secuestrada con
intenciones de perversidad reivindicativa. La Diada se ha convertido en dardo envenenado con trayectoria suicida. La Diada de 2017 busca ajustar cuentas con la Historia
mientras quiere vestirse con el traje independentista ignorando flecos de crisis evidente.
Es lamentable recordar un día en que los acrónimos se crecen y el símbolo 1-O simula un resultado futbolístico victorioso. Se ha golpeado contra el estómago de la
Democracia. La Diada de 2017 se recordará por el egoísmo separatista que se opone al diálogo. Las entidades organizadoras, Asamblea Nacional Catalana y Òmnium
Cultural, llaman con esta Diada a la movilización permanente y al enfrentamiento social. Es el comienzo de una guerra representativa culturalmente en donde la
intelectualidad no puede quedarse inmóvil. La amenaza verbal de Jordi Turull eclipsa a la concordia lingüística de las palabras. La CUP ha removido aires aires de
incultura con una campaña de acoso y derribo contra catalanes anti independentistas.
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Algunos catalanes intransigentes, hoy, más que nunca, han convertido una celebración de identidad cultural
en la cumbre del nacionalismo soberbio y lamentable. Esta Diada penosa ha bramado con tambores de guerra, acuartelada en siglas políticas, que han bajado a las cavernas
más oscuras. |
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