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| MANIPULADORES DE LA LIBERTAD
Sobre las distintas vías de fraude interpretativo acogidas
por algunos seguidores del proceso independentista catalán
JGS
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El deseo independentista catalán lo está consiguiendo. Su presencia se ha propagado sin esfuerzo. Todos hablan de un proyecto que compite en eficacia con la república
independiente de Ikea hasta sepultarla en el pasado del ingenio publicitario. Quien no lo haga ha perdido el último tranvía. Hablar del post y pre referéndum catalán
está de moda, y es sano preocuparse por él sin caer en el tópico separatista que circula como octavillas perturbadoras. Desde los primeros esbozos del deseo por
conseguir la emancipación catalana, los canales informativos convencionales se han convertido en suplemento noticiero mono temático.
La tensión generada por esta crisis nacionalista está arrollando al resto de los problemas sociales. El caos se alimenta con la presencia activa de las nuevas formas de
comunicación. La privacidad queda desprotegida con ideas manipuladoras basadas en la subjetividad de su emisor (no siempre creador). Cataluña funciona como sujeto,
verbo y predicado de la globalización informativa que no respeta al individuo; es argumento callejero, proletario, burgués, radiofónico, televiso: populista e
intelectual. Hoy, más que nunca, Cataluña está en todas partes; nos agobia con su presencia mediática. Ha dejado de ser noticia para ascender en el escalafón de la
charlatanería insulsa adjetivada como actualidad. Cataluña nos sale por las orejas debido a un exceso de estímulo periodístico. Estamos hastiados de asistir impotentes
a su protagonismo abstracto mientras crece el distanciamiento ideológico de una realidad cada vez más activa: el malestar ciudadano. Nuestros políticos siguen
enfrentados, Europa afirma que España no debería romperse y para Donald Trump somos ‹‹un país especial, con gente increíble›› ante la tranquilidad de Mariano Rajoy. |
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Las redes sociales son la plataforma principal del activismo pro y anti catalanista. La mensajería anónima se pasea de móvil a móvil como si se tratara de un parchís malicioso. La intención de estos cañonazos tecnológicos no es otra que eclipsar problemas importantes. No interesa el paro, ya no nos preocupa el terror yihadista, la sanidad cura sus males, la crisis pertenece al pasado, los padres de la burbuja inmobiliaria son los nuevos emprendedores políticos. ¿Es que sólo existe Cataluña? Eso parece.
La difusión incontrolada del proceso separatista compromete a la autonomía del mensaje con una avalancha de datos convertida en secuencia cómica. Se pierden los modales, se pisotea el respeto a la privacidad y se espanta el escenario atractivo para la opinión reflexiva. La explosión de verdades a medias corre como la pólvora que sólo busca levantar humo pasajero.
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Noam Chomsky no descuida el aspecto emocional como técnica de adulteración mediática y ahora, con el 1-O, las nuevas tecnologías lo están consiguiendo. El fervor con que la doble lectura de mensajes encriptados aborda el proceso de metamorfosis catalana traspasa los límites de la objetividad. Los manifiestos, réplicas, resultados a priori, despliegues policiales y ocupaciones estudiantiles huelen a pescado podrido en la lonja política; el activismo internauta agresivo es una bomba fétida que tergiversa la esencia del secesionismo. Ya basta de tanto mensaje sectario que se regocija con la crispación del incauto. |
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