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| MADRID SIN TAXIS ES OTRO MADRID MÁS SANO
Las calles despejadas amplían el horizonte de su longitud
JGS
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¡Qué bien se circula por Madrid desde hace dos semanas! Salgo a la calle y la veo más limpia de hormigas con carrocería metálica; el asfalto menos pisoteado; sin frenadas bruscas ni pitidos cabreados; sin caras de mala leche criticando la maniobra pésima de otro automovilista; sin aglomeraciones frente al semáforo. No son el circuito de autos locos peleándose por su espacio en un suelo común. La invasión de las cuatro ruedas no rebosa agresividad.
Madrid está vacío de taxis, los peatones lo notamos. La circulación es más relajada, el paisaje urbano respira descongestionado. Las avenidas se han ensanchado sin planes urbanísticos, el pavimento no huele a neumático caliente (excepto en algunos autobuses). El estrés es menor en sus bulevares. El taxímetro no es un marcapasos gravoso. |
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Madrid sin la vorágine taxista luce más amable, más limpio, menos aglomerado. La huelga de este servicio es respetable y reivindicativa. Perjudicial para las familias que viven de él y culpa de un gobierno que no ha sabido ordenar el desmán de trato ventajoso entre el taxista de siempre y las VTC. Ahora, debido a un acción que tiene sus motivos respetables, camino más ancho por Madrid. Lo siento por los bares que no venden tantos bocadillos de tortilla en el almuerzo ni cafés cargados a altas horas de la madrugada. Me he dado cuenta de la dimensión molesta del automóvil, su impacto cargante sobre el lienzo diario.
Por esto y otros apuntes que se quedan en el tintero de la concisión explicativa, disfruto caminando por las calles madrileñas. Percibo un reconocimiento mayor como parte de su decorado metropolitano, saboreo el aire menos viciado por el acoso maquinista del taxi. Con sus inconvenientes, Madrid es ahora más ciudad de pueblo.
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La ciudad que el viejo profesor soñó es menos salvaje porque el taxi masificado ha desaparecido de sus calles. Es una máquina imparable, contaminante de primer orden, trasnochadora y callejera siempre a la busca del viajero que le proporcione su pan (lícito). Esta huelga nos ha ayudado a organizarnos mejor, a romper la dependencia de lo individual y hacer un uso mayor del transporte público que pagamos todos. Da gusto pasear por Madrid: sin atascos, con fluidez y menos contaminación, con el coche como elemento no invasor del entorno urbano.
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