Amigo Javier Bardem, léase como acepción introductoria a título personal, el refranero es sabio cuando dice por la boca muere el pez. El aprovechamiento del tirón patronímico para calar en la gente, abochorna. El uso de una coyuntura pública para desfogar la impostura moral ante la masa resulta tendencioso y resbaladizo. El ímpetu de dardos insultantes ensuciaron la lectura del manifiesto que cerró la Marcha por el Clima de Madrid (COP25) con teatralidad de actor principiante. Usted es muy libre de pensar lo que quiera: se lo consejo, pero hay que saber ganarse a la muchedumbre con palabras sensatas y no con pedorretas orales en forma de alocución introspectiva. El arrebato conducido a través del insulto lo desprestigian como invitado ante seguidores y detractores. Las tropelías del alcalde madrileño o el presidente estadounidense exigen una crítica seria más militante que cinematográfica. Entiendo que busque provecho de la congregación mediática y el baño de masas, que expanda su mensaje personal, que persiga el minuto de gloria populista. Su nombre ocupa titulares gracias a un lenguaje que hubiera caído en el saco de la noticia minúscula sin unas agresiones verbales de niñato impulsivo. Se añora el cabreo combativo que nos posicionó al lado de Ramón Sampedro en Mar adentro. Más pedagogía y menos postureo... en foros como este.
Llamar estúpidos a Trump y Almeida se aleja de la metáfora inteligente. El momento fue inapropiado; sus palabras, una mancha de chapapote en las marismas del espíritu pacífico que invadió la manifestación. Señor Javier Bardem, le reprocho el mal uso de un altavoz global para confundir al ciudadano comprometido con cabreos personales. Siempre queda el tuiteo para la rectificación sucinta y directa, diplomática y progre. Usted está por encima de los políticos, ¿no cree? Su verborrea infantil le ha puesto por debajo de ellos, ¿no le parece?
Ha dicho, arrepentido, que «El insulto ilegitimiza cualquier discurso y conversación»; le aconsejo que piense ante de inmortalizar adjetivos calificativos aunque sean razonables. Y después del protagonismo en la COP25 callejera, ¿qué?: ¿a coger, de nuevo, el jet privado mientras su Lincoln Navigator 5.4i V8 de 310CV y motor gasolina le espera en los States. ¡Viva la ecología de escenario!
....................Una gota insignificante en el océano solidario. |
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