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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

¿LA MANIPULACIÓN DE UN NOMBRE O DE UNA PERSONA?
Greta Thunberg da una rueda de prensa antes de la manifestación por el Clima

JGS

¿Greta Thunberg es objeto de manipulación?
 

El pie en tierra, la mirada sorprendida, Greta Thunberg ofrece una rueda de prensa en La Casa Encendida. El lleno es absoluto con la cobertura informativa saturada. La noticia convertida en espectáculo sobredimensiona su presencia y minimiza su intención. Greta importa más que la COP25. Su intervención está desbordada por la presión humana del entorno, aquello contra lo que lucha. La suya no fue una actuación acertada. Habló de la emergencia climática convertida en vocablo cotidiano, del cambio en los hábitos de vida: contaminar menos y consumir con raciocinio. O nos ponemos las pilas o el cortocircuito ecológico será bestial y las aguas cubrirán una tierra en peligro de extinción. Lo dijo sin oratoria de púlpito político, rodeada de expresividad poco convincente, derrochando intención previsora y frialdad carente de base científica que sustentara los argumentos. Fue una pregonera de la evidencia con intención concientizadora. Su voz es necesaria en el teatro que la manipula para mantener vivo al activismo. Greta habló pero, a mi juicio, no convenció; nos volvió a abrir los ojos sobre lo evidente; nos llamó esquilmadores terrenales con razón. Sus palabras estuvieron rodeadas de seriedad indiferente dentro de una intervención no planificada que le vino grande. Parecía una gurú desorientada más que una activista comprometida atrapada en el cuerpo de una infancia anciana y una madurez verde. Ha puesto la primera piedra de un edificio revolucionario que necesita una cimentación. Si continuamos decorando las ciudades con colillas encendidas, apoyando las compras compulsivas que alimentan modas o metiendo el reciclaje en el mismo saco de la insolidaridad nos vamos al carajo con y sin Greta.

El respeto por la Naturaleza no es una moda que se asocie a nombres. El miedo a la destrucción del planeta debería ir detrás del cuándo. El fin del mundo algún día tiene que aparecer pero, mejor, no lo precipitemos por el abismo de la ignorancia... ni de egoísmo.
La presencia de Greta Thunberg entre nosotros ha acabado con el símbolo del titular que los medios de comunicación han sobredimensionado. Sigo con la duda de si conseguirá sacar los colores a los responsables del desarrollo social o su paso por la COP25 será fugaz. ¿Se bajará a la plaza sin apoyarse en una pancarta? Estamos cómodos con su estela de espectáculo porque da esperanzas a la sociedad de la imagen.

El colectivo tiene el poder para trasformar el planeta, Greta Thunberg no. Es necesaria para avivar la llama de la concienciación social adormilada, para fustigar las tendencias pasajeras obsesionadas con el envoltorio pero cuidado con el hiperliderazgo y la supremacía del personaje. En la era de la información visual, es una espoleta importante para alcanzar un fin con ayuda de todos. Greta habla y nos preocupamos por lo que dice; somos ignorantes y prehistóricos, sordos y egoístas. Las advertencias sobre el calentamiento terrestre no son nuevas. Al Gore, desde 1976, y Félix Rodríguez de la Fuente, mucho antes, alertaron sobre la existencia del cambio climático pero molestaban. ¿No hemos sido todos negacionistas con una despreocupación que ahora no asumimos? Al César lo que es del César. La economía mueve el mundo mientras estimula lentamente la presencia de la borrachera térmica. La cuenta atrás de la revolución climatológica ha roto aguas. Greta, bienvenida seas como altavoz mientras siento lástima por una presencia circense que llama a la foto histórica.

El camino de una manifestación eclipsada por su nombre desbordó los pronósticos de un tsunami esperado. La gente que esperaba verla y tocarla se comportó como una marabunta acosadora hasta Atocha; el vía crucis empujaba gritando ‹‹We love You››, ‹‹Sigue luchando›› como si su lucha sólo fuera con ella, convirtiéndola en mártir. También se escuchó ‹‹Greta, por favor, déjate ver››, que reclamaba fotografías de carpeta adolescente. La ligereza del ser humano basa el algoritmo de su debilidad en la fe ciega hacia figuras totémicas. Personalmente, no creo en los dioses. El cinturón humano que la protegía de otros humanos era un piña pétrea. La procesión dibujaba un comité de seguidores con teléfonos móviles hambrientos por inmortalizar el momento. ¿Cuantos manifestantes carecerían de este utensilio? Por extensión, ¿no son cómplices del coltán y silicio robados que la obsolescencia consumista trasforma en basura contaminante? ¿No es la pescadilla que obligamos a devorarse la cola con sadismo?

Esta caravana de la vergüenza se vistió de tráfico rodado en hora punta, falta de respeto invasora de un carril bus improvisado. La criatura, recordemos sus dieciséis años, seguía la comitiva en silencio y asustada con paso ovejuno. ‹‹¡Escalones!››. La mirada callada buscaba preguntas ante personas que no le hacían caso mientras custodiaban una figura sin valor humano. Sentí lástima por una niña desbordada en un mundo de mayores enloquecidos. Las imágenes de una personita manipulada por adultos fueron vergonzosas mientras una organización caótica medía sus pasos de fragilidad cristalina. Greta, alucinada. Y luego, muchos que hoy hicieron de escudo, luego hablan de maltrato animal. Amaral tocaba su música solidaria en Nuevos Ministerios esperando el mensaje de Javier Bardem.

 


JGS

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