La reina Sofía de Grecia y Dinamarca se coló en España por línea matrimonial. Cincuenta y siete años después años, su marido, ya rey emérito, abandona este país por la puerta de atrás dando una patada a las instituciones que le vieron crecer. Ha emprendido el vuelo cual gaviota silenciosa con la panza llena pero ágil. Se ha esfumado de tapadillo para no despertar envidias ni alerta entre los rinocerontes de Botswana. El afán de servicio a su país no quiere dañar más la figura de la Corona. En 1973, la publicidad de entonces puso de moda una frase histórica ‹‹Papa, ven en tren››. Hoy, la gente murmura el por qué de una escapada envuelta en el secretismo con sabor a desplante.
En los años cumbre de la bonanza económica, los más ricos, cuando descubrieron un deporte elitista llamado evasión de capitales a Suiza, llenaban maletas y fondos dobles de sus automóviles con billetes gordos. Hoy, Internet permite que el dinero vuele literalmente para no levantar sospechas aduaneras. La escapada de Juan Carlos I nos ha pillado en fuera de juego, se ha rodeado de discreción placentera con escala en algún puerto conocido para visitar a novias antiguas, quien sabe. Las informaciones se movilizan a la búsqueda de la primicia que descubra un paradero con más morbo que interés periodístico y político.

Unos se habrán alegrado de esta huida con mutis millonario. Otros, habrán caído en la decepción más profunda. No permanecerán mudas las voces que clamen contra este irse de rositas eludiendo responsabilidades, amamantado por la corrupción emiratí. Juan Carlos I, ya jubilado, se ha marchado por la puerta de atrás igual que su abuelo Alfonso XIII. ¿Será una tradición borbónica?
El monarca que pudo pasar a la Historia como impulsor del cambio político será recordado como embajador del compadreo saudita que hizo cambiar los camellos por el AVE. El rey nacido en el exilio nos ha dado en las narices con bandazos de tiburón vendido al olor del dinero. Jaque mate. Los asuntos de faldas quedan para la prensa amarilla, amante de la carnaza que tapa vergüenzas mayores.

Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, sucesor por decreto apañado del dictador Francisco Franco, es un ejemplo de que las personas cambian y la Historia permanece. Será más recordado por sus deslices como pensionista regio aunque haya tenido gestos con el pueblo español. Ya es nostalgia en el tablero de nuestro ajedrez político; ¡ojalá que algún día explique la estrategia de su jugada final! Calderón de la Barca decía: ‹‹Los sueños, sueños son››. Al rey que parecía simpático, al patrón de esa estirpe náutica llamada Bribón le ha faltado coraje y honradez. El palabro, en boca de Ruíz Mateos, navega por las olas del consciente social.
La actualidad acaparada por el coronavirus da un respiro a su centralización informativa con otro sobresalto. Espero que la manzana de Newton me haga un chichón para despertar de la incredulidad. El vasallo de la Casa de Saúd, la antítesis de El Cid ha dejado comprarse por un puñado, gordo, de billetes sin música de Morricone. Todo un contable de altos vuelos en avión privado.

Que la Constitución de 1978 ratifique la inviolabilidad del rey es algo que desparece desde el momento en que cede su hijo, Felipe VI. Los delitos fiscales ya no están por debajo del cargo. Su naturaleza puede estudiarse y, si es un hecho continuado, debe juzgarse sin piedad. El rey borbónico, nuestro rey durante casi cuatro décadas, ha borrado su expresión afable para lanzar un escupitajo jocoso a la justicia. La abdicación en 2014, ¿tendrá que ver con sus trapicheos millonarios?

El tribunal de la calle se divide entre el perdón justificado por una transición ejemplar y quienes se ratifican en el cachondeo infractor. Este dictamen último no es apelable ni rescindible, no caduca con el tiempo ni es una condena que admita el tercer grado sino que la Historia se encargará de recordar su mancha en el uniforme juancarlista.
Don Juan Carlos ha perdido el tratamiento para quedarse en el soberano que prostituyó su honor. La Justicia, ¿debería arrimar el hombro para traerlo de vuelta o permitir una escapada sin retorno? El comunicado de la Casa Real lo identifica como Su Majestad el Rey Juan Carlos por lo que se deduce que en sus mentideros, JCI fue el rey, es el rey y seguirá siendo el rey con retranca más mejicana que española.
Pregunta: ¿Qué reviste mayor importancia: cómo le recuerda el presente o el recuerdo que las generaciones siguientes tendrán de él?