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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

LA FORTALEZA DE LA CULTURA Y EL PODER
La Justicia obliga a entregar El Pazo de Meirás al Estado

JGS

El Pazo de Meirás, conocido como el Pazo del Caudillo, deja de pertenecer a la familia Franco
 

Los agujeros rotos que provoca el desgaste son más molestos en las chaquetas de marca que en la pana del mendigo. Las carnes, con el tiempo, se vuelven flácidas y una familia asentada en el músculo de un dictador está viviendo su desahucio particular. Primero, han contemplado como los huesos del abuelo abandonaron una tumba erigida como endiosamiento arquitectónico. Le ha llegado el turno a una construcción convertida en fortín generacional de la posesión personal arrebatada al pueblo. En ninguno de los dos casos hablamos de edificaciones construidas con el sudor de los Franco o sus dineros; en ninguno de los casos les pertenecían y en ninguno de los casos aceptaron la posibilidad de entrar en el catálogo del patrimonio nacional. Sería como aceptar el robo cometido a conciencia casi con delito criminal. El horror y el placer han disfrutado de privilegios feudales incapaces de reconocer el maltrato del pasado. Mientras que el ser humano muere, el apellido permanece. Su sangre chaquetea entre el azul y el rojo marcada por el pasado más allá de abolengos, bien sean cosanguíneos y/o dinásticos. Sus posesiones se heredan por tradición sin importar si tienen un origen oscuro o una claridad tan negra que asusta y prefiere oscurecerse más en el silencio que esconde la polémica.

Dicen las lenguas biográficas y el NO-DO de la época que al dictador Francisco Franco le gustaba pescar y que le soltaran los conejos a tiro hecho. Cierto. Era la gimnasia veraniega que el resto del año se encargaba de fortalecer. Cuantas tardes de ganchillo pasaría Carmen Polo en la biblioteca de Emillia Pardo Bazán entre literatura de amores tórridos y ensayos feministas. El Pazo de Meirás invitaba al descanso en la vida agitada de un dictador-delincuente bendecido por una virtud suprema que odiaba tanto a los comunistas como a los masones, que no tenía recato para compartir las noches con la mano incorrupta de Santa Teresa, que dejaba acariciarse por este refugio privilegiado en la frondosidad de los humedad gallega. El Pazo de Meirás se convirtió en golosina para la glotonería que dueños señoriales y políticos disciplinados con el Régimen pudo catar. La Junta pro Pazo del Caudillo fue el avance de las inmobiliarias particulares sólo para clientes selectos y solventes. La financiera escogida se encargó de sufragarlo con lo que hoy definiríamos como reducción salarial a funcionarios y trabajadores. Es un símbolo franquista, un momento congelado en el tiempo. En él disfrutaron la tranquilidad cultural de la escritora gallega y las confabulaciones ministeriales sin alcanzar, afortunadamente, a Wannsee.

Francisco Franco y Martínez-Bordiú reclama la posesión del edificio para los suyos. ‹‹El Pazo de Meirás es una propiedad privada y se tiene que cumplir la ley››. En efecto es y fue una propiedad privada de Emilia Pardo Bazán hasta que, tras incidentes truculentos como el asesinato de su primogénito, Jaime Quiroga y Pardo Bazán, en 1936 por unos anarquistas, los golpistas se apoderaron de él con intenciones poco solidarias.
Otro feudo del bastión franquista familiar se desploma después de cerrar El Valle de los Caídos. Alberto Núñez Feijóo ya reclama la titularidad de la Xunta para gestionar una pertenencia gallega. Las trifulcas políticas particulares empiezan a estar por encima del interés cultural mayoritario. Si se ha luchado tanto para devolver al pueblo lo que pertenece al pueblo, ¿no sería una error pelear por cobijarlo a la sombra de un partido político que no puede negar su nacionalismo? ¿Habrá que recordar al presidente gallego y al resto de gobernantes democráticos que el Pazo no es de los gallegos sino que pertenece a todos los españoles? Las palabras ocupa y expolio se han adherido a las paredes de este castillo cultural ojalá que no para desconcharlo. No confundamos recolocar los hechos con recuperar la memoria.

 


JGS

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