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DISTINTO PERRO BAJO EL MISMO COLLAR
Película Perros de paja


J. G.
(Madrid, España)

Perros de paja
  Ficha Técnica Video  
Las adaptaciones que están ahogando a Hollywood resultan sospechosas. La copia es novedosa por los cambios de cara sin originalidad ni recuerdo a la idea madre. Actores nuevos, mismos personajes; roles iguales, decorados diferentes: ¿sirven de algo? La pregunta es obligada tras la revisión dolorosa de un clásico violento. Más allá de las referencias al Tao Te King, ni los perros de paja originales de Sam Peckinpah ni los actuales dirigidos por Rod Lurie guardan analogías filosóficas. Más allá del Ying y el Yang, la expresión perro de paja toma un cariz más veraz cuando define al cabeza de turco de la ira humana. En ambos directores, la crueldad tangible es filigrana de otra ejercida contra la debilidad de Larry, interpretado por Tim J. Smith. La crueldad gratuita de las imágenes las acerca al gusto por lo agresivo. Su enaltecimiento las convierte en catalizador de la conducta humana. Los protagonistas se topan, en un experiencia desagradable, con lo más bajo del ser humano: su prepotencia incurable.
 
David Sumner (James Marsden) y Amy Sumner (Kate Bosworth) viajando hacia Blackwater  
David en su casa nueva
La violencia es un ingrediente primigenio del bagaje cultural y sociológico humano; olvidarla supone mutilar una parte de nuestro comportamiento. Si la enaltecemos, nos convertimos en gallitos psicópatas, seguidores de la insensatez. Revivir a Sam Peckinpah es jugar con fuego. El aburrimiento eclipsa la nostalgia. El entretenimiento tirita de miedo por inercia, sin que este erice la piel. Ahora todo es más mascado, tan explícito que no deja imaginar. El machismo de la América libre ha acampado en Mississippi. Los Sumners hace de Blackwater el reino del resentimiento.
La ciudad padece el cáncer del integracionismo racista para con los de fuera: o eres como nosotros o te excluimos del círculo. La presencia de varones nuevos acarrea problemas. La obra de Peckinpah es intocable y Rod Lurie convierte en tópicos el corazón de la cinta clásica. David Sumner es tratado como el payaso que no se entera de nada por su inocencia adolescente. Si estás casado, las habladurías cuentan con un punto muy grande a su favor para convertirse en pelotas de estiércol. Si tu mujer es una antigua joven resultona de Blackwater, estás perdido.
Jeremy Niles (Dominic Purcell)  
David Sumner
La condena de vivir en una sociedad polarizada por los conflictos de egocentrismo anula la libertad ajena. Si eres distinto, el destino te aboca a la exclusión. Larry es el apestado social sobre el que se ejerce una brutalidad mayor que la ejercida con puños y forcejeos. Rod Lurie, el mismo cineasta que dirigiera a Robert Redford y James Gandolfini en La última fortaleza, se decanta por la resolución fácil a base de vejación. Perros de paja jalea la concentración de machos reprimidos que miran a la mujer como tumbona para aliviar sus tensiones naturales. Es un canto a la agresión jerárquica; una catarata de escenas agitadas; un presente continuo que acelera su pulso y respiración. Este entorno alimenta un mundo troglodita, inflado de testosterona acumulada.
Perros de paja  
David y Amy

Amny (Kate Bosworth) y su ex novio se dedican a exhibir músculo sin cerebro; Tom Heddon (James Woods) pregona a gritos una imbecilidad perenne. La sensatez inicial del marido, David Sumner (James Marsden), enrarece su comportamiento con celos injustificados que incitan a ejercer otro tipo de ferocidad sobre su mujer: la desconfianza. Ella, ¿por qué ser menos?, ejerce la del desquite provocativo. Hay daño y dolor individuales en la misma proporción que perjuicio. El instinto de protección animal descubre el lado más salvaje de un hombre pacífico. Todo es pueril excepto las consecuencias.

J. G.


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