La linealidad narrativa respecto a lo sucedido levanta un muro de contención ante nuestra voluntad de imaginar. Nada ensucia esta trayecoria rectilínea de supervivencia para todos: uno de los puntos fuertes que esconde
“Cautiva”. El director ha sabido mantener el interés ante las reacciones humanas; los acontecimientos muestran al hombre víctima de la desirorientación; asustado, a veces iracundo. Sometido.
La esperanza que podría mantener vivos a los secuestrados se desvanece mientras crece su cercanía. La desgracia se mezcla con la realidad política; el fin justifica los medios para los separatistas islámicos de Abu Sayyaf Group (ASG).
En el corazón de
“Cautiva” late un episodio humano dentro de un mundo que tiende a la deshumanización. La liberación se produce ante un goteo de incertidumbre dolorosa para los que se quedan y desconcierto para los que se van. Muestra el mal que las religiones hacen al hombre cuando se convierten en creencias fanáticas. El alma de la
música local envuelve con su manto étnico a la fotografía aromática que proporiona la jungla filipina.
Brillante Mendoza traza las directrices que darán forma a una película documental donde la tensión se va fraguando durante esta caminata selvática.