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UN MONÓLOGO POÉTICO
Película La piedra de la paciencia.


J. G.
(Madrid, España)

La piedra de la paciencia
  Ficha Técnica Video Premios
El sonido de las bombas se confunde con el estruendo provocado por el silencio de un corazón que espera. El silencio de Golshifteh Farahani mantiene viva la fe de una mujer que se desahoga dentro de su desamparo. La penuria y el abandono históricos deambulan por este monólogo dramático como perros heridos de muerte. La actriz iraní consigue, dentro de un papel que mezcla contención y tormenta, alcanzar cotas superlativas de interpretación teatral. Ha sido recluida en un mundo de conflicto interno y externo. Es el último vestigio de humanidad, de rebeldía y ganas por sobrevivir. La dramaturgia busca la complicidad de una cámara que se mueve con sigilo, haciéndonos disfrutar cada brizna de aire seco: punzante.
 
Golshifteh Farahani  
La soledad de una familia rota
El amor de esposa encadenada a su destino, más por caridad que por deseo, la convierte en prisionera. Mientras, su marido yace inmóvil en un lecho de incomunicación. Su condición femenina en un país musulmán se mezcla con la de aspirante a viuda. El afgano Atiq Rahimi nos lanza a un periplo angustioso por la vida y la muerte, impregnadas de colorido intimista. La fotografía excelente marcan el compás de los acontecimientos. La ternura del sufrimiento estoico siente hambre de un desenlace. Desde el comienzo, La piedra de la paciencia nos guía por la senda de su lentitud armoniosa. La desolación del paisaje sabe a muerte: el marrón desértico de tierras apocalípticas resiste el envite de la sinrazón humana. Son ruinas que se niegan a ser enterradas mientras alguien olfatea enemigos en nombre de la religión.
Golshifteh Farahani	junto al actor Hamid Djavadan (su marido Hamidreza Javdan)  
La piedra de la paciencia
En este escenario, una mujer tiene que defender su resistencia ante fantasmas refugiada en las catacumbas, sin separarse del marido. Ayudada por la pena, se abre desde lo más íntimo de sus confidencias. Como le dijo su tía: ‹‹Cuenta tus preocupaciones a la piedra de la paciencia, ella te liberará››. Comienza la confesión tierna, y amarga, hacia un marido yacente, reprochándole la atención que ha deseado y el mimo que nunca ha tenido. El recuerdo a toda una vida sin cariño va cayendo como lastre silenciosamente aguantado. La denuncia contra un modelo de amor ceremonial dinamita, desde el día del casamiento, las bases del cariño.
La plasticidad de los planos nos introduce en momentos de magnitud sensual. La luz juega un papel clave, generadora del relato silencioso. La cámara busca la estética de cada rincón en un confesonario abierto al mundo. Golshifteh Farahani se convierte en portavoz del deseo sin consumar. Arrinconados dentro de un cuchitril convertido en esperanza, se hace confidente de su marido, compartiendo deseos oscuros y pasiones que permanecen vírgenes.
Massi Mrowat es el soldado joven  
Calles fantasmagóricas

La belleza en las imágenes choca con la crudeza del relato. Las formas se impregnan de hermosura visual sobre un fondo amargo. La aspereza se alza innegable e imbatible. El encanto del monólogo y su introspección adquieren sentido gracias a esta mujer. Es seducción y cariño; sexualidad y amor, sinceridad y valentía; la denuncia contra los fanatismos religiosos y su manipulación sobre las personas; un aliento de esperanza que mantiene vivo el apetito.

La piedra de la paciencia es amor no recibido y deseo despertado.

El peso de su fuerza avala su talento como actriz sobresaliente. El reducido espacio en el que discurre el grueso de esta película atrae, y con gusto accedemos a ser encerrados en un habitación rebosante de vida y maloliente a lo putrefacto de una muerte anunciada.

J. G.


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