Esta pieza de reconstrucción describe los comienzos de una joven que basaba su esfuerzo en la dedicación multifacética para perfeccionar su cuerpo artístico (danza, canto, teatro, lectura). No tenía tiempo para perderlo y lo aprovechó asfixiándolo con su energía.
Después del fracaso que supuso el matrimonio con Joe DiMaggio, durante la navidad de 1954, Marilyn abandonó Hollywood junto a su amigo el fotógrafo Milton Greene. El bullicio de California fue sustituido por la tranquilidad de Connecticut. El deseo por conquistar la fama no desapareció. El éxito llegaría cuando pudiera escoger los guiones sobre los que quería trabajar.
Después de James Dougherty y DiMaggio, se casó con Arthur Miller. Se refugiaba en él escondiéndose de una debilidad que fue creciendo hasta estallar en los platós. La relación con los hombres fue un fracaso. Su vida quedó expresada en la reflexiones, pesimistas, de unos poemas que jamas hizo públicos, guardados con celo para sí misma. Fueron el tesoro que no quiso compartir con nadie y que, hasta hoy, ha permanecido más puro en una vida llena de intromisiones. |
Niágara supuso su descubrimiento. El éxito se vio empañado por unas fotografías (desnudos) que no eran acepadas en el puritanismo de los estudios. La inestabilidad emocional fue creciendo a medida que su relación con la 20th Century Fox se debilitaba. Querían a una chica bonita con un trasero atractivo desempeñando papeles de segunda categoría como mujer inocente. Los altibajos en los rodajes le hacían perder los nervios. En una entrevista televisiva concedida a Ed Murrow, anucia la creación de Marilyn Monroe Productions en un deseo de desmarcarse de la Fox. La fragilidad de su persona le hicieron entender lo sola que estaba a pesar de que se había convertido en mito cimetográfico y erótico. En febrero de 1954, se trasladó a Corea con el fin de entretener a las tropas estadounidenses que se dirigían a la guerra. El espectáculo Anything Goes reprodujo durante cuatro días canciones de sus películas. El Happy birthday, Mr. President que dedicó a John Fitzgerald Kennedy tuvo más lentejuelas que intimidad. La muerte de la persona aumentó la popularidad del mito. |