Es amiga pero no quiere enfrentarse a la identidad sexual de su hijo. Su homosexualidad pasa de lado, casi de puntillas, en una cena familiar donde su condición gay es vomitada con tanta frialdad como insensibilidad. Algo así como que la pronunciación de esa palabra cubriera el expediente escupiendo una realidad que no quiere afrontar. El padre, desde su silencio lapidario, delata más compresión que la que su rostro demuestra. Esto hace de Michal presa de un conflicto a la hora de expresar su condición sexual. Es como si necesitara el visto bueno de la institución familiar para poder ejercer su derecho al amor de la manera más libre. La cinta está contada con fuerza y tensión eróticas; caótica, siempre manteniendo al espectador en conflicto. Kuba representa al arquetipo del joven perfecto: atlético, deportista, sobresaliente.

Coraje y pasión.
La superación se materializa en vitalidad con la fuerza de un documental que arrastra por su belleza acuática. Las primeras imágenes de “Amor profundo” denotan el ferviente amor que Janusz muestra por el mar. El derrame cerebral que ha sufrido no le impide volver a intentar sumergirse. Su físico dañado le han convertido en un personaje lleno de ternura, a quien resulta imposible negarle una sonrisa y, en ocasiones, dejar que el corazón pueda a la mente.

El contacto con el agua se convierten en una experiencia llena de coraje y placidez; también romántica. El mimetismo con el movimiento de sus olas es plástico. El documental rebosa ilusión por vivir. Sin esta fusión acuática, Janusz no es nada, no se siente nada. Necesita esta comunión para rendir tributo a los placeres que la práctica submarinista le proporciona. Una actitud que peca de insensata y poco comprendida por quienes más se preocupan de él. Algo que Joanna, su pareja y cuidadora, no ve así. Es más cerebral. Es la parte racional de este hombre sensible; una roca que piensa en su bien, incapaz de conciliar los miedos con la sensatez. Una mujer que antepone la preocupación por el estado físico de Janusz a sus deseos de superación. Ella aporta estabilidad a un estado eufórico, él es la ilusión por alcanzar nuevas metas, olvidando el peso de su enfermedad. Ambos se zambullen en un proceso de entendimiento, donde la ilusión por no perder lo que más aman está por encima de todo. “Amor profundo” es una fábula marina que con facilidad puede caer en lo meloso y repetitivo de la superación. En ningún momento pierde la fuerza de las decisiones que hacen de la vida un momento irrepetible.

Las ambiciones personales se mezclaron con las expectativas propagandísticas de un régimen político. “Mundial: Todo en juego” junta deporte y política en un ambiente donde las apariencias importaban más que lo que de verdad se estaba gestando en la sociedad polaca. (Ir a parte 1)