La paz con que se ha vendido el comunismo esconde males cotidianos. Las calles de Bratislava, armonía panfletaria con carteles propagandísticos. La dimensión política de los acontecimientos agranda la prepotencia del poder hasta el mundo educativo. Es más fácil moldear a las personas mirándolos por encima haciendo de la cotidianeidad un acto de autoridad sibilina. El depredador analiza a la víctima a través de sus cachorros para convertirlos en esbirros de sus necesidades primarias. La llegada de una profesora siempre es motivo de revuelo entre el alumnado. Los pupilos nuevos la contemplan como un elemento respetable que esconde la sombra del partido en la sociedad checa corrupta de 1983. La fisonomía de sus gestos, que no puede esconder su disfraz benévolo, es mimética según los intereses de supervivencia: se mueve desde lo angelical hasta lo iracundo con facilidad camaleónica. La expresividad conocedora de la dramaturgia tiránica saca sus encantos más oscuros para atrapar a familias con tiranía educada. Las anomalías de
La profesora reflejan una situación real indecente por su decencia social e indecencia interna. Maria Drazdechova es el mal encubierto de bondad teatral, una cacique con influencia en el
Partido Comunista Checo que blinda su honorabilidad. Los desfases del régimen totalitario confían en la perversidad de una cara bondadosa a la que sólo le falta el traje de abuelita dulce.