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CINE Y ESPECTÁCULOS
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LA PASIÓN DE UNA ARTISTA SINGULAR
Película "Paula"


J. G.
(Madrid, España)

Paula
Ficha Técnica Video Entrevista al director Entrevista a los guionistas
La pintura, en su calidad de arte escénico, mantiene una conexión directa con el cine. Ambas disciplinas cumplen una función estética e informativa donde la labor del encuadre destaca a la hora de componer el plano y la luz. Además de estos argumentos, puramente formales, cuando la inmersión biográfica no se limita a describir una trayectoria profesional, la imaginación, tanto del director como del espectador, se siente más libre. La mejor manera de acercarse a la producción de un artista, pintor en el caso de “Paula”, no es enumerando sus cuadros, ni mostrarlos como un catálogo andante sino escarbar en aspectos más desconocidos del personaje: ahondar en la génesis de su obra y apreciar el camino hasta convertirse en la figura admirada que la posteridad recuerda.
El pintor es un objeto codiciado para el cine biográfico, ya que, lejos del academicismo que impone el retrato de su vida, su figura bohemia resulta accesible para cualquier tipo de público. Este género cae fácilmente en el cliché de la narración histórica tradicional donde la historia se mezcla con tragedia y amor, creando figuras visuales con alto contenido literario.
 
Carla Juri interpreta a Paula Modersohn-Becker, una pintora de espíritu libre e innovador  
Paula se sentía más observada que asesorada en la colonia de artistas de Worpswede
La perspectiva del artista forjado a sí mismo se pone de manifiesto en “Paula”: desde un comienzo sencillo e impactante hasta la evolución de una mujer que, dentro del imperio masculino que gobierna la pintura, intenta abrirse camino. Se aleja del convencionalismo patriarcal mamado dentro de un reducto familiar dominado por el padre. En vez de huir, se enfrenta al mundo buscando la belleza que escapa del conceptualismo, haciendo de la imaginación un potencial de fuerza y trazo desconocidos hasta ahora. Su exuberancia pícara no esconde la existencia de rebeldía adolescente y ardor lleno de sensibilidad.
Lejos de acercarse al alegato feminista, Christian Schwochow no persigue la reivindicación sexual como valor político en un mundo regido por cánones masculinos. Se acerca a la mujer que antepone su expresividad a cualquier forma artística preconcebida, de cuyo corazón brota un manantial de ardor pictórico.
Paula junto a su marido, el pintor alemán Otto Modersohn  
Paula mostrando uno de sus cuadros

Los avatares amorosos la convierten en presa fácil de la masculinización doméstica. Su vida sufre altibajos mientras sacrifica parte del espíritu artístico por un matrimonio que castra nouna versatilidad plástica noadquirida en la escuelas de arte, llegando a ceder su nombre por el de su marido (el pintor Otto Modersohn), quien pasaría para la posteridad.
A pesar de que la colonia de artistas de Worpswede parece ser el paraíso donde Paula alcanzaría esa plenitud, o paz, anheladas, se encuentra con un hermetismo regido por normas de un arte que recuerdan al clasicismo griego apolíneo, basado en la forma de trazo matemático y lineal, que en la fuerza de una pintura más sensual y ondulante, rebelándose contra ese afán de someterlo todo a la norma clásica. “Paula” nos deja a una artista que pinta con el corazón; alguien capaz de encontrar el alma de las personas y las cosas.
Su etapa parisina bebe de las formas de Cezanne en una experimentación expresionista que aporta un concepto nuevo de la forma a la realidad, creando sentimiento donde sólo existe pose. Su lucha artística enfrenta al amor, incapaz de someterse a la fidelidad eterna hacia un marido celoso, con la libertad del corazón que busca respirar el momento.
La sobriedad de una puesta en escena germana la encasilla dentro de una narración plana, y agotadora por momentos. Sólo la determinación de Paula Modersohn-Becker, tan enérgica como dubitativa, rompe este tono monocorde, en donde su visión de una realidad personal nunca cambió. El final trágico de su vida, acechada por una embolia pulmonar, acentúa un olvido injusto. Su amor al arte no persiguió fama sino que revela la necesidad por el disfrute instantáneo en cada trazo, dejando su obra como el legado de un tiempo que vivió con una pasión intacta.

J. G.


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