|
| |
|
| |
|
|
|
|
|
|
|
|
UN PEDAZO DE HISTORIA CINEMATOGRÁFICA
Película "¡Lumière! Comienza la aventura"
J. G.
(Madrid,
España)
|
|
|
| |
Ficha Técnica |
Video |
|
|
|
|
Abarcar los inicios del cine en una sola película es imposible; sofocante. Cuando buceamos hasta sus albores, la polémica está servida. ¿Qué fue primero: la gallina o el huevo? ¿Quien se adelantó: Edison o los hermanos Lumière?, creadores del cinematógrafo. ¿Acaso Louis Aimé Augustin Le Prince es el padre del cine? La imagen en movimiento alcanza cotas de expresividad hasta ahora desconocidas. Rompe la frontera ente realidad y ficción, nace un nuevo concepto del momento atrapado en el encuadre móvil. Sus incursiones primerizas abren un puerta a la imaginación. El mundo se aborda con impronta estética hasta ahora sólo permitida a la pluma del escritor o al pentagrama del músico. El cine mudo ha llegado para quedarse y avanzar, para convertirse en el cronista de lo cotidiano. La innovación se convierte en creación, el riesgo alcanza cotas artísticas fraternales con el ocio y el conocimiento. Los hermanos Lumière han descubierto el potencial de esta nueva forma visual por partida doble: entendida como elemento informativo y como soporte atractivo convertible en negocio. |
|
 |
|
|
El arte emergente de los pioneros franceses adquiere voz con la palabra de Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes y del Instituto Lumière. Su dirección labra una pieza de orfebrería cinematográfica de montaje impecable. La proyección muda lucha contra el entusiasmo abierto del narrador queriendo formar parte de la historia del cine. Sus palabras, de afabilidad inicial, se agradecen como ejercicio introductorio hasta transformarse en un martillo sonoro de presencia machacona. La personalidad del cine Lumière queda pulverizada con esta injerencia molesta en cuestión de minutos. La intromisión sonora creciente arrebata protagonismo a las escenas en blanco y negro, ensuciando con su eco la nitidez de cada fotograma. No necesitan comentarios: se leen por sí solas, pertenecen al cine mudo y adosarlas voz humana embarulla la sencillez de su factura. El análisis de Frémaux niega a la imaginación del espectador fluir por ellas. Analiza cada toma, cada encuadre, cada plano. Los dota de una personalidad subjetiva condicionada a la lectura ensimismada. Sus elogios verbales erosionan el poder de la cámara. Esta pormenorización ultra científica de la imagen, con alto grado sociológico, envuelve a ‹‹¡Lumière! Comienza la aventura›› en un didacticismo museístico frío. La envergadura intelectual del narrador sobresale distante con la representación descrita. |
 |
|
|
El registro de los Lumière pasó por el cine arquitectónico, el deportivo, la ficción; se lanzó a la búsqueda de escenarios exóticos, abriendo la puerta a una industria que no ha dejado de crecer. Fueron los padres del documental, del travelling (bautizado en un principio como panorama). Robert Flaherty, Buster Keaton, Eisenstein, Ozu, Kurosawa, Spielberg o las mastodónticas producciones de Hollywood han adaptado a sus películas planos descubiertos por los hermanos Lumière. La música de Camile Saint-Saëns suaviza la rapidez cómica de cada secuencia. Los apavientos de Loie Fuller se tornan plasticidad en la Danza Serpentina.
El trabajo de Auguste y Louis Lumière advierte unas mentes incansables, adelantadas al momento, renovadoras en un arte que empezaba a caminar. ‹‹¡Lumière! Comienza la aventura›› es una joya fílmica que no entusiasma por la contaminación sonora de Thierry Frémaux; un empacho de imágenes irrepetibles convertido en oda a los inicios del cine; una selección de 114 obras maestras: el proyecto de una historia inacabada o el comienzo de una novela por entregas. |
|
|
La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
©
|
|
|
|
|
|
| | |
