Desde que, en diciembre de 2015, el documental "Nana" se estrenara en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, su exitosa carrera ha sido imparable: el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, el Chicago Latino Film Festival, culminando este viaje en marzo de 2016 al ganar el premio como Mejor Largometraje de República Dominicana en la tercera edición del Festival Rdoc. En clave documental, e impregnada de un tirón dramático sobrecogedor, Tatiana Fernández Geara se introduce en la vida de tres mujeres convertidas en madres a una temprana edad: 13 y 17 años. La necesidad de alimentar nuevas bocas fuerza una separación de los hijos que impide disfrutar de su infancia. Obligadas a dejar familia y hogar en busca de trabajo, estas madres jóvenes se encargan de cuidar los de otros hogares. Conviven con el sentimiento hacia los hijos naturales y los nuevos; la dualidad entre el amor maternal biológico y el impuesto socialmente. El destino muestra el semblante de gran paradoja en sus vidas: forzosa e injusta.

Las supervivencia familiar resiste gracias a la adaptación social. Los paisajes urbanos se mezclan con los rurales en un mundo de sensaciones encontradas donde se crean nuevos lazos. La relación va más allá del vínculo personal que la cuidadora puede establecer con su nueva responsabilidad. El amor entre mujer y niño adquiere una dimensión más amplia. Los periodos largos de desunión alimentan “Nana” y el dolor que este alejamiento produce se funde con un amor sin fronteras. Las nanas representan el sacrificio por mantener unido el concepto de familia, tanto en el tiempo como en la distancia.

El aparado de cortometrajes se estrena con “Yolanda”, fábula realista sobre la miseria humana y las decisiones que cambian una vida. Situada en una barriada pobre de Santo Domingo, Yolanda personifica a una de las muchas mujeres que, con la prostitución como medio de subsistencia, decide abandonar el pasado y pegar el salto que la lleve fuera de un presente sin futuro. El corto de Cristian Carretero, lo mejor del festival junto con “Nana”, es conmovedor, actual y auténtico: una joya del cine dominicano que restriega con estilo el valor y la tragedia de una mujer que hasta para conseguir una libertad convertida en dependencia tiene que usar la seducción física.
Arropada por una fotografía excelente, basa su potencia en la solidez de un guión humilde y efectivo. “Yolanda” defiende, con una esperanza descarnada, que en la sencillez de las ideas se encuentra la clave del éxito.
Sin necesidad de abundar en las palabras, y exprimiendo el talento con una calidad exquisita, su director describe la tragedia dura de esta mujer decidida. Atrás queda una vida denigrante para abrazar la esperanza, sin rostro, de una huida ciega y peligrosa dirigida por las mafias que trafican con seres humanos. Es un viaje sin retorno donde las personas son tratadas como fardos.
El segundo corto, la co-producción hispano-dominicana “(picture element)”, convierte la curiosidad del fotógrafo en obsesión cuando la fotografía carece de rostro humano. Un encadenamiento de fríos encuentros entre materia e imagen latente rellenan el cuerpo de este cortometraje atrapado en el corazón de su concepto. El hecho fotográfico se obsesiona por el motivo fotografiado al no ver su rostro; surge el empeño por descubrir su cara, olvidándose de la belleza que el anonimato causa. Es un intento de originalidad frustrada, una metáfora de que convivimos con los objetos de nuestra búsqueda sin percibir su presencia. (Seguir leyendo)