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CINE Y ESPECTÁCULOS
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EL DESEO Y LA HERIDA SON PARA EL VERANO
Película "Call Me by Your Name"


J. G.
(Madrid, España)

Call Me by Your Name
  Ficha Técnica Video Banda sonora    
La juventud y el deseo batallan desnudas entre sí desconocedoras de que en estas lides siempre existe un ganador y un perdedor. Call Me by Your Name es una declaración de amor que huye de la tensión sexual para alcanzar el éxtasis en su doble vertiente: iniciática y cocida a fuego lento. Elio Perlman es endeblez mientras que Oliver, también joven, encuentra su parcela en la distancia y esa indiferencia que atrapa en vez de alejar, como si de una fruta prohibida se tratara. El encuentro se convierte en su secreto mejor guardado, seguro en el terrero resbaladizo de la identidad que no piensa revelar a primera vista. Uno se deja atrapar por el impulso del atractivo apolíneo, el otro mantiene virgen su dualidad sexual hasta fundirse en el placer delicado de una crema insípida.
La fogosidad se esculpe con suavidad sobre un torso marmóreo y el temblor inexperto de Elio: deslumbrado por el enamoramiento ciego, guiado por el corazón impulsivo. Es paisaje interior y externo, flora y fauna con pretensiones sensuales, inmersión en el juego estival impulsado por el combustible fósil de una relación abocada al desengaño, a pesar de que Elio-Oliver/Oliver-Elio gocen en el acercamiento tierno. El desapego arrebatador de una lejanía cercana resulta pretencioso, demasiado viril; la llave de un jardín pasional.
 
El coqueteo a través de los pies de Elio y Oliver en la piscina del primero  
La figura apolínea de Oliver (Armie Hammer)
Luca Guadagnino sugiere un paseo encariñado por la frondosidad de una Lombardía tan intelectual como acomodada. La degustación del tiempo se ha congelado entre moléculas de erudición, el recuerdo a fruta salvaje, bicicletas para el verano y metáforas carnosas de un melocotón freudiano. Cultura y Naturaleza cobran vida gracias a dos actores jóvenes que en ningún momento rayan el límite del éxtasis. La puerta a la acepción sexual queda abierta; el encuentro va urdiéndole como una llamarada que se propaga sin alcanzar su fuerza incendiaria: por eso se queda en intento. La mocedad es la fruta madura de la condición humana.
Elio (TimothŽe Chalamet) y Oliver (Armie Hammer) sentados junto a los padres del primero, Annella (Amira Casar) y el señor Perlman (Michael Stulhbarg), en su casa de Lombardía  
Oliver (izd) y Elio (dch) en bibicleta por el campo lombardo
La llegada de Oliver, precursor del drama pasional, significa una ruptura en la vida anodina de Elio: a partir de ahora se entrega en cuerpo y deseo a una masculinidad estética con forma de talla greco romana. Su amabilidad esconde segundas intenciones desde el primer encuentro. El contacto físico y emocional revolotea entre ambos; cada uno juega, a su manera, la baza seductora. Encerrados en su mundo de cristal, siempre a la sombra de la ocultación, la pasión se derrite con frialdad dañina hasta empequeñecer la novela homónima de André Aciman. Los protagonistas gozan en su frenesí campestre y esa efervescencia se desvincula de la atracción concurrente por mucha sensibilidad tórrida que se quiera vender.
Descansando en la piscina  
El señor Perlman (Michael Stulhbarg) vive envuelto en un ambiente cultural mientras la intimidad añora las locuras de juventud

La belleza inunda este fresco de Guadagnino gracias a una fotografía dulce en la que las formas pulen su contorno: donde podría haber aristas abruptas afloran bordes perfilados de suavidad viscosa y erotismo cómplice. Las imágenes, acompañadas por la nostalgia musical de Joe Esposito, F.R. David o Franco Battiato, festejan el intercambio de identidades: desde el aliento besucón de Elio hasta la caricia dominante de Oliver. El ósculo triunfante del disgusto permanece fiel a la convicción de que ningún amor de verano es duradero. Las lágrimas de Elio rozan sus labios entre punzadas de dolor que ama en silencio.

J. G.


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