El nombre
Marvel es sinónimo de un estilo convertido en clásico. Su dominio en el tebeo habitado por superhéroes está matrimoniado con el cine de impacto visual. La mezcla entre humano y criatura fantástica, incluso para los menos interesados en este ambiente, encuentra atractivo en
Venom. El personaje inventado entre el creador de historietas David Michelinie y el artista poliédrico Todd McFarlane vuelve a la gran pantalla en esta
secuela trufada de la acción y la comicidad que proporciona una doble personalidad. Después de una espera impaciente que no pedía menos, era inesperado el tratamiento ágil de un argumento sencillo, llevadero y agitado que en ningún momento embarra la trama. Es directo en busca del entretenimiento trepidante porque, cuando se pone las pilas, Tom Hardy, a caballo entre Venom y Eddie Brock, no deja respirar.