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EL RECUERDO PIDE RESPONSABILIDADES
Película "Vitoria, 3 de Marzo"


J. G.
(Madrid, España)

Vitoria, 3 de Marzo
Ficha Técnica Video      
Los años 70 del siglo XX forman una parte dura y oscura de la historial social española. La muerte del dictador desempolva la lucha popular, focalizada en los barrios más humildes de Vitoria. Luego vendrían los Años del plomo Los coletazos del franquismo aun golpeaban las conciencias reivindicativas de los derechos salariales. Las puertas abiertas al cielo de una democracia laboral desconocida durante 40 años comenzaban a abrirse con decisión y temor.
Vitoria se convirtió en foco de la resistencia obrera durante un momento decisivo hacia la mejora salarial. La palabra huelga sale del cascarón convertida en un derecho hasta ahora desconocido. Las comisiones representantes de los trabajadores eran elementos decorativos mientras el empleado no podía hacer nada excepto aguantar hasta que la bomba estalló en la ciudad vasca. El movimiento asambleario preocupaba al Estado español y a una clase empresarial que caminaba de su mano. Vitoria, 3 de marzo recrea la tensión del pueblo sin buscar que los grises aporreasen sus sueños de dignidad. Las calles vitorianas se convirtieron en ríos de gente manifestándose por un sueldo digo. La iglesia de San Francisco es bautizada como refugio asociativo y humano. La pulsión social que respira en el barrio de Zaramaga se recrea a través de una ficción bien construida, llevada sin pretensiones, mezclando la imagen documental y las voces en off de una policía estatal que se mostraban implacable. Víctor Cabaco regala una sucesión de imágenes para la Historia pletóricas de riqueza testimonial que los radicalismos no pueden ocultar ni cercenar. Su quinto largometraje se zambulle en la reconstrucción del momento amargo con un canto al combate que hace del trabajador soldado de una demanda todavía sin resolverse.
 
Vitoria, 3 de Marzo  
Represión policial en el País Vasco 1976
La resolución nefasta del conflicto perjudicó a los asalariados hasta la muerte de algunos en formato de carnicería represiva. Hay un mensaje de recuerdo y análisis en las imágenes de un suceso político oscuro. Este ejercicio de memoria histórica se alimenta de esperanza y tensión. Las zonas oscuras no se han disipado en un incidente que todavía permanece sin resolver ni se han encontrado culpables definidos.
Los latidos de la reivindicación se sienten junto a las cargas policiales. El pulso por exigir justicia laboral se enfrenta a la fuerza policial. Mikel funciona como el hilo conductor de la intranquilidad general. Se atreve a dar un puñetazo sobre la mesa para dirigir un basta que pronto se hace colectivo. Esta actitud desafiante irritará a la cúpula del poder, auspiciada por las reliquias de la dictadura franquista y empresarios sostenidos gracias al apoyo político. En medio, José Luis, periodista en una radio local, se enfrenta a la rutina profesional y el control mediático que surge como alternativa para sofocar las revueltas. El papel de los medios informativos al servicio del poder es otro músculo de Vitoria, 3 marzo.
La lucha callejera en Vitoria, año 1976  
Alberto Berzal (José Luis)

La batalla social y política es impulsada por la juventud que desea romper con lo antiguo. El pasado significa regresión; el futuro, incertidumbre y aliento. Mikel y su novia Amaia, sin grandes papeles, son la sabia que desea, con ayuda de la revolución sectorial, restaurar años de ceguera obligada. Ella destaca por la frescura de una rebeldía adolescente que sustentan el cariño y su compromiso social. La familia, dirigida por una madre presente en un segundo plano batallador, guarda un papel troncal. El proteccionismo de este círculo nuclear aparece como estigma de una época cambiante junto a las reivindicaciones femeninas hoy presentes mientras el joven sindicalista entra a formar parte de esta esfera sin quererlo. Las imágenes históricas, en vez de morir con el tiempo en los repositorios del NO-DO, surgen impulsivas gracias a una banda sonora que fusiona sonidos con lo visual en momentos duros e ilusionantes. El poder busca el sometimiento a cualquier precio mientras pisotea derechos esenciales como la huelga sin importar las vidas humanas.

J. G.


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