Las casas que reciben a un inquilino nuevo están equipadas con sorpresas sobre todo si hay que hacer una reforma completa. El juego está servido si en el acondicionamiento se encuentra la llave que abre una puerta secreta. El cuarto oscuro es un mar profundo previsible ante lo inesperado. El miedo viene de serie, el misterio gana puntos al descubrirse que en la edificación ruinosa mataron a alguien. El hecho de que este extra no haya sido mencionado en el contrato de compra puede enfadar o interesar. Nada se resiste a Internet en la era de la información y lo que en el registro de la propiedad debía estar catalogado como edificio habitable, la casa de Springwell aparece como el nido de un asesino en el mundo virtual. La estancia mantiene el equilibrio de lo destartalado con un aire de habitación apartada de los lugares comunes donde las apetencias se convierten en realidad. Los caprichos que se conceden no entienden de límites y siempre, guiados por los antojos de sus dueños, alcanzan el abuso con rapidez en un ejemplo malo de sostenibilidad. Dan mal rollo cuando una tarjeta de crédito ilimitado satisface la desmesura por arte de magia. Lo fácil se convierte en sospechoso para quien tenga dos dedos de frente. El hastío suplanta la novedad una vez que el verbo pedir se convierte en rutina aburrida.
|
|
Una vez que las paredes destartaladas han sido vestidas con demasiados Van Gogh o cuadros de Paul Cézanne, llega el momento de satisfacer una maternidad fracasada. Nunca fue tan fácil tener un hijo: sin partos, basta pedirlo en la habitación. La fragilidad de la convivencia pasa momentos difíciles ante las dudas de una paternidad artificial. El embarazo no es un deseo que se pueda pedir a un mago invisible y Kate lo sabe. El miedo al fracaso anterior en la creación de una familia saca de la chistera un bebé en esta casa encantada. Lo fantasmal es la cuarta pared que rompe la normalidad para alcanzar el anhelo frustrado. La aparición de la criatura y la búsqueda de su desaparición posterior crecen como semilla del mal autónomo. En medio, la figura de Juan Nadie, sin parentesco con el Gary Cooper de Frank Capra, será la pesadilla que azote el suspense. El paraíso del logro fácil se presenta como la constatación de lo efímero, la fortaleza de un espejismo que destruye sin empuñar armas. Los giros impensables trasforman el drama familiar. Kate, con la solvencia de Olga Kurylenko, vive junto a Matt en una incubadora gigante de terror blando; pasan de la satisfacción a la tragedia sin salir de una casa encantada. Su hijo crece es una perversión metabólica. La felicidad orgiástica degenera en dosis de desconcierto, la responsabilidad se convierte en pavor al mañana. La salvaguarda de la extinción crea un mundo de prohibiciones familiares. La realidad paralela que se experimenta deduce que no por pedir más la felicidad crece. Es tiempo de disfrutar con un suspense atrevido sin ahogarse en el exceso. |