La sensación de fracaso en el entramado matrimonial facilita la construcción de espacios paralelos falsos. El universo de los ciberestafadores ataca como un troyano viperino gracias a internet, aparece como el mercado nuevo donde se comercia con la identidad sin escrúpulos. El amor al mundo de la comunicación artificial a través de imágenes manipuladas y palabras mentirosas acaricia el timo que busca dinero fácil en la miseria.
Las vivencias juntan las piezas para formar un todo fugaz donde la rapidez prima al deleite sosegado. El trabajo actoral es la fuerza del ambiente con suspense. Los sentimientos generan un argumento con subtramas distintas a modo de capítulos. Los cinco relatos dan la vuelta al planeta con una cercanía poderosa. La película gira en torno a la evaporación de Evelyne, el confinamiento, la pérdida del afecto, el engaño, la confianza, la complicidad de las relaciones, la manipulación de chantajistas tecnológicos. El fraude resulta menos humillante que la manera en que se alcanza. También aparecen la usurpación de personalidades, una forma diferente de comerciar con la imagen a escondidas de la víctima, el encaprichamiento de una ilusión para tapar la frustración afectiva, la fuerza de la incomunicación, el deseo y el amor que no tienen por qué ser correspondidos, la libertad y la esclavitud amatorias. La intriga gana puntos gracias a una espiral de confusión y engaño donde el inocente aparece como la víctima fácil. El salto del alejamiento rural al agobio urbano de
Abiyán amplía los horizontes de la fantasía y maldad individuales desde la reclusión compartida con la Naturaleza al carácter obrero de una megalópolis que encierra a la juventud en la globalización. La brujería manipula sus deseos materialistas en busca del beneficio económico, objetivo fácil de lo efímero y la jactancia.