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EL CARISMA HUMANO DE UN HOMBRE BUENO
Película Un amigo extraordinario
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Una de las funciones que se atribuye a la televisión es crear mitos para alimentar la adicción del público al corazón de la caja tonta. A veces, algunos programas surgen con un poder capaz de conectar a través de la sencillez encandiladora. En España, Barrio Sésamo fue un ejemplo atractivo para la audiencia infantil solidaria. Estados Unidos contó con El vecindario del Señor Rogers en la década de los 60 del siglo pasado. Ambos formatos televisivos estaban destinados a conquistar seguidores con intención pedagógica, ambos tuvieron éxito alumbrando corazones con momentos de ilusión. La amistad entre Fred Rogers (Tom Hanks) y el entrevistador Lloyd Vogel (Matthew Rhys) moldea un vínculo que pasa de lo profesional a lo personal. El cinismo del reportero descubre la ternura del entrevistado, acepta la derrota ante la bondad de un icono generacional. La duda por saber quién atrapa a quién queda sin resolver: Tam Hanks o Fred Rogers. El guion tejido con dulzura entre algodones aproxima a los dos protagonistas.
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La rectitud formal no escatima momentos de generosidad, hace que la lágrima espontánea brote con alma de niño. Fred abre y cierra una experiencia-película que rememora lo más tierno de nuestra infancia; es un remanso de paz que conecta fácilmente con la inocencia pretérita y la soledad adulta, una pieza inalterable del recuerdo. Su entrega a la distracción constructiva no quita para dedicarle tiempo a fomentar estereotipos almibarados con hospital en medio. Alimenta la ilusión gracias al polifacetismo cantarín, docente, mago y practicante del guiñol. El hombre cocinado aparta el estadio de mega estrella para conformarse con acariciar a los jovencitos que le esperan a las puertas de su espectáculo. Recuerda el halo hogareño de la señora Doubfire sin el disfraz de Robby Williams. |
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Marielle Heller no construye su película sobre una figura real encasillada en el género biográfico. El argumento se nutre con la presencia de Lloyd Vogel, el contrapeso en la balanza de la vida. Es la parte menos divertida, más cínica del acontecimiento, con los pies en el suelo mientras los problemas revolotean su cabeza. La tranquilidad kármica de un individuo apacible hace perder los papeles al pragmatismo del investigador periodístico. Lo que sería otro artículo de gaceta se convirtió en el descubrimiento de una filosofía nueva. La directora de ¿Podrás perdonarme algún día? indaga en la personalidad de Fred que engancha por su sosiego. Se da un aire al compañero de Barbie, Ken Carson, madurito atrapado en una capa de maquillaje empolvado. |
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Tom Hanks se mete en la piel de alguien que desprende espiritualidad y candidez, Fred. La suavidad gestual le impide alterarse en el lenguaje gracias a una sonrisa permanente. Descubre el silencio como aparato comunicativo; es un gurú espiritual, consejero, un mago que conoce el secreto de la felicidad. El humor de esta figura carismática se une al drama de una situación familiar que ha quedado como lesión escondida en el lado oscuro de la relación paterno-filial. Fred ha escalado edad centrado en los pequeños, protegido por el cariño con pinceladas de dibujo artificial cercano a la perfección seráfica como si no fuera de este mundo. La cineasta californiana investiga el interior de un tipo bueno en vez de presentar a un personaje lleno de carisma mediático. Un amigo extraordinario camina por una alfombra suave como los pasos de Richard Gere pisando descalzos el césped en Pretty Woman, flotando. |
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