La huida está llena de personajes nuevos moviéndose entre la solidaridad comprometida de Marie Buchanon, afroamericana nacida y educada en libertad que ayuda a Harriet, o la de William Still, escritor abolicionista y aliado suyo. El reverendo Samuel Green mantiene otra lucha infundiendo la necesidad de obedecer al amo para escapar luego. En el extremo opuesto, se encuentra el odio de Bigger Long, un rastreador y cazarrecompensas negro que se une a los blancos en una persecución inesperada. Walter es un guía que no conoce dueño. Harriet ha vivido entre representantes de la decadencia moral de los
estados fronterizos en el contexto de la
guerra civil estadounidense: desde la mirada despreciable de Gideon Brodess, antiguo amo de Tubman , hasta la prepotencia de su madre cuando ve peligrar el poder sobre los siervos o el enfado de los terratenientes. Se convierte en conductora de caravanas asustadizas y esperanzadas.
La épica de la liberación parece un trámite ha justificar como punto débil de rescates que no escatiman lo peliculero. El camino que decide tomar, con cambio de nombre incluido, la convierte en una pistolera de la manumisión: Araminta
Minti Ross es
Harriet Tubman. La esclava casada con un hombre libre renace como guerrillera salvadora. Se convierte en conductora de caravanas asustadizas y esperanzadas. Quienes confían en ella ratifican su potencial visionario.