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UNA VIGILANCIA ATROPELLADA
Película The Vigil
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Los velatorios siguen asiendo los momentos últimos en los que los vivos se despiden del muerto. El punto final de una ceremonia que hacía, y hace, del rito una manera de elevar la defunción a parafernalia. En la comunidad católica, después de que el corazón para su latido y el alma vuela hacia un mundo menos convulso, los vivos vigilan al cadáver con su presencia y oraciones. También se alquilan mujeres para llorar al difunto llamadas plañideras. En la jasídica de Boro Park, en el barrio neoyorquino de de Brooklyn, la misma acción vigilante la realiza el shomer. Este centinela entre la vida y la muerte se asegurar de que el tránsito no sufra percances. Yakov no acepta el encargo con fervor religioso sino que encuentra en este trabajo a media jornada una manera de llenar sus bolsillos aunque no exista plus de nocturnidad. Lo místico convertido en un trato mercantil le viene de perlas. Si para Enrique de Borbón París valió una misa, para él este velatorio supuso quinientos dólares.
El poder de la religión en el teatro de las creencias sucumbe ante ritos espectrales. Los ruidos de procedencia desconocida y gestos tenebrosos confiscan una trama hasta ahora inmune al terror. Nada mejor que una oveja descarriada para reengancharla al camino del bien cuando la fe se ha perdido y hacer de este favor una manera de intermediar entre dos mundos.
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El hecho de que detrás de esta cinta se encuentre Blumhouse Productions, padre de criaturas como Paranormal Actity, La noche de Halloween, Insidious o La caza, garantiza un producto poco heterogéneo en cuanto a temáticas anteriores. Las puertas se abren a un pasaje de la bruja con ecos de procedencia fantasmal. La tradición judía alcanza el grado de pesadilla con el afianzamiento desmemoriado de un alzhéimer que se cuela como pastilla enriquecedora de un guiso insípido. Los chirridos invocan al misterio, los ojos asustados atrapan planos asustados. Los efectos especiales son golpes de sonido conocidos que buscan rellenar huecos abstractos. Lo demoníaco juguetea con la teología barata.
La primera parte de The Vigil se plantea despacio creando el suspense necesario para interesar. Los recuerdos empalman con el presente a golpes de imagen. Lo siniestro de la señora Litvak pasea su desmemoria a golpe de pisadas en el aire. Los remordimientos culpabilizan a Yakob con el aumento de su inseguridad. Los ruidos amenazantes acaban siendo retortijones estomacales y huesos doblados por una fuerza escurridiza; el recuerdo al genocidio nazi se aferra a algo de credibilidad. La claustrofobia que pretende crear ambiente se embadurna de pereza malévola. El enigma siempre esconde su secreto maestro como golpe efectista llamado, en este caso, continuidad insoportable. |
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Texto: www.photomusik.com
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