La defensa de una sexualidad libre, en sus formas distintas, ha dejado de ser novedad afortunadamente. El hecho de que dos mujeres quieran sellar su amor oculto con el matrimonio, en tiempo presente, no es novedoso. Como argumento cinematográfico, tampoco resulta atractivo ni agudo. El torbellino que esta decisión levanta en el círculo familiar sí que sorprende. Su conocimiento despierta el egoísmo irracional de quien antepone el yo al vosotros. El caos es mayor en el mundo circundante a dos mujeres lesbianas que en ellas a pesar de que alguna no se aclare a la hora de expresar su libertad. El problema viene de fuera cuando la noticia se expande como un fuego que debe apagarse. Sofía y Celia están al frente de una comedia atropellada y tontorrona que utiliza la diversidad sexual como baza de una partida que juega sin chispa desde las primeras imágenes. Ninguna de ellas necesita luchar para ser libre en su fuero interno sino que el ocultamiento les ha permitido gozar de una relación fructífera y tranquila. Ángeles Reiné aprovecha el caldo de cultivo adecuado para enfocar su primer largometraje hacia la confusión estúpida mantenida con escenas que hacen de la gracia un chiste rancio.
La tontería no se encuentra en el contenido, que tampoco tiene desperdicio, sino en un contexto atolondrado. Salir del ropero quiere ser alocada para quemar la llanta pronto en una carrera donde el aburrimiento es la única meta volante que alcanza.
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