Los equívocos tienen el lado positivo de compartir experiencias que, en la vida normal, se hubieran disfrutado con otros matices. El error interpretativo, casi siempre atado a la anticipación difusa, hace que el espectáculo tenga todas las de ganar. Los imprevistos de la vida levantan el buen humor. Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte repiten en una experiencia conjunta con el mismo formato complaciente que les hizo triunfar en 2012 gracias a El nombre. Su colaboración reciente levanta sonrisas mienrtas la confusión toma un color vitalista. El caos ordenado se impone con sabor a viaje programado por una de las dos partes involucradas en el asunto. Lo mejor está por llegar muerde lo previsible dentro de su locura cómica. El público, acostumbrado a ir por delante en la carrera del desenlace, no encuentra nada nuevo a pesar de que los giros sorpresivos abundan. No se sabe si es más interesante el duplo Fabrice Luchini y Patrick Bruel o el constituido por Arthur Dreyfus y César Montesiho. El enfrentamiento familiar hace que la comunicación entre el primero y su hija brille por su ausencia. No quiere abandonar el traje de seriedad encorbatada mientras la soltería se va de fiesta con su compañero de juegos confundidos. La sinceridad se deja seducir por el cuidado enfermero asentado en una empatía falsa. Ambos se compenetran con un dinamismo tierno mientras la complicidad recupera el tiempo perdido.
|
|
La desgracia se trasforma en arropo que no esconde proteccionismo. La verdad toma cuerpo de agujero negro que se evita con una espiral de interpretaciones humanitarias. La idea de que lo malo siempre está en el otro agrava una realidad que tarde o temprano estalla. La amistad se convierte en ONG que no escucha pero abraza con el salero por delante. Lo mejor está por llegar tiene mucho de drama amistoso. Es una mentira jocosa que da paso a una chaladura sana. El guion es un virus mutante necesitado del cambio para cerrar un círculo inaugurado con trazos de hilaridad a la francesa. El silencio tiene su protagonismo en la parte más dramática, y sobresaliente, de un largometraje que tiene un lugar reservado en una filmoteca pasar el rato. El malentendido fortalece un encuentro fortuito convertido en llave de un amistad casi paternalista. |