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CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL
Histórico
 
 
 


ENCUENTRO Y ALEJAMIENTO FAMILIAR
Película Falling


J. G.
(Madrid, España)

Falling
Ficha Técnica Video    
La honestidad pierde su valor cuando abandona la aspereza para convertirse en complacencia. Los temas personales, mucha veces, se apartan de esta ecuanimidad para caer en la trampa del recuerdo, por otro lado inevitable. Los largometrajes que firman con dedicatoria, aunque ser hayan desarrollado con una coherencia admirable, dejan el tufo a boñiga sentimental imposible de ignorar. El acercamiento del padre al hijo sincroniza las espinas del pasado con las heridas del presente mientras aproxima un distanciamiento con la madurez de uno y el declive de otro. La primera película de Viggo Mortensen como director lo retrata en Falling sin lágrimas, entre corazones contenidos por orgullo y respeto. De su vientre virgen en la realización brota una cinta con disposición autobiográfica, permite que su vida privada rompa las raíces de un tronco familiar retorcido, resquebraje el césped de la tranquilidad presente y comparta experiencias de ámbito universal.
El rasgo identificativo entorpece una relación familiar caótica en un cuadrilátero que no busca la masculinidad. John Peterson no necesita seguir el juego de testosterona hetero, prefiere hacer ver a las mentes retorcidas y conservadoras que la diversidad es una elección libre. Es el hijo engullido por la voracidad de un padre arrollador que interpreta Lance Henriksen.
 
Willis (Sverrir Gudnason), el padre de John Peterson, junto a Gwen (Hannah Gross), su madre  
Willis y su hijo John Peterson, interpretado de adolescente por William Healy
Aunque alguien se sienta tentado a pensar que la cercanía invita a la venganza compasiva, el aguante de John no admite la sospecha de que el amor filial ha dejado de existir. Su adaptabilidad planta cara sin enfrentarse a la homofobia de un padre que no cambiará. Lo desagradable no reside en este anclaje sino en el fusilamiento de su machismo a todo lo que se aleja de la dignidad viril. El ex oficial de la Fuerza Aérea reconvertido en piloto comercial lo comprende y soporta sin mojarse en el terreno pantanoso del enfrentamiento dramático dirigido por los puños. El estallido despedaza una cuerda que hasta ahora cedía a los tirones de una tensión provocadora.
El choque apocalíptico del cara a cara familiar hace saltar chispas de sinceridad explosiva, las dos partes comprueban la importancia de su colisión: uno, vomitando esos misiles que arrinconaba con pacifismo filial; el otro, quedándose estupefacto ante una realidad incapaz de refutar sus excesos como progenitor inquisidor. En medio de este puente asfaltado por la franqueza y la imposición culpabilizadora, la aceptación de Eric, la pareja que permanece en un plano amistoso, se ha ganado el podio del medallero comprensivo. La ancianidad paterna le contempla desde la agresividad que vive en el limbo otorgado por la edad. Es un capullo acartonado por los años más listo de lo que parece, con lagunas que viene a compartir en familia desestabilizando a diestro y siniestro. La justificación del acercamiento entre ambos despista por la incoherencia de buscar casa a un tipo perdido en el alzhéimer que no supera a la testarudez maquiavélica. La evolución encuentra su camino a través de idas y venidas en el tiempo de un hombre que se portó como el toro reproductor encargado de cornear durante y más allá de la vida compartida.
Willis, anciano, mantiene una conversación acalorada con su hijo John, adulto. Este es uno de los momentos clave de 'Falling'  
John y su pareja Eric (Terry Chen)

El cine gana cuando empatiza y aquí quedan despojos en sus huellas comunicativas. Esa enfermedad que borra la memoria se ha convertido en reclamo sospechoso de actualidad, cada vez más alejado de un interés creativo. Mortensen convierte en creíble la mala baba del personaje que cae en sus redes, necesaria para entender el avance de una involución.
El mal neurodegenerativo como hilo conductor de tramas conflictivas no renuncia al reencuentro personal, vigente por exigencias del guion. Alegra saber que Viggo Mortensen, actor de peso, se lanza a la dirección si es para contar novedades o temáticas repetidas impregnadas de particularidad; por lo tanto, Falling es una cinta que, como toda ópera prima, carece de una comparativa calificadora. El arranque rocoso dista mucho del final estético.

J. G.


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