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CINE Y ESPECTÁCULOS
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POÉTICA SOCIAL DE LA VEJEZ
Película El médico de Budapest


J. G.
(Madrid, España)

El médico de Budapest
Ficha Técnica Video    
Otro ejemplo de que el cine sin pretensiones proporciona resultados óptimos se pone en marcha con un largometraje donde los sueños, la vida y la muerte se necesitan para funcionar. La sorpresa desafortunada entra en un corazón sin producir taquicardias de la misma manera que las aspiraciones artísticas no abandonan un sueño incumplido que puede alcanzarse. El protagonista se enfrenta a esta pesadilla onírica y a otra más verídica, es amante del bel canto que disfruta y respira apasionadamente. También aprecia su profesión, sin agobios pero con entusiasmo, e ignora un futuro previsible que con frecuencia omitimos. El paso del tiempo confirma el carácter prescindible del ser humano dentro de un ambiente creado para funcionar sin descanso. Todo funciona como un carillón hasta la aparición de una jubilación anticipada. La disgregación del grupo profesional acepta la mirada positiva de diversificar el conocimiento enfermero a otros destinos. No hay espacio para los ojos catastrofistas. Se introducen consignas de carácter comercial que minan el sistema de salud en favor del rendimiento empresarial. El mundo debería desmoronarse ante los pies de un hombre considerado anciano laboralmente. Al contrario, se abre un abanico de resiliencia conducido por la música. ¿Por qué no dedicarse a vender su colección de discos compactos en un mercadillo? La tragedia es recibida como una decisión ajena inesperada; acepta lo que se le viene encima con disciplina, sin intención de perder el juicio. En el papel de cardiólogo despedido, regresa a su pueblo natal a trabajar de médico internista como si se tratara de una serie televisiva.
 
Un médico sueña con cantar en un coro de ópera  
S doktor (Klaus Maria Brandauer) y su equipo antes de ser despedidos de su trabajo en un hospital húngaro
¿Qué hay de malo en volver a las raíces, al lugar donde su madre le espera y reemprender una vida llena de recuerdos amables y familiares? La decisión narra un sosiego campestre que desprende cariño, alterada rápidamente por habladurías vecinales encargadas de tergiversar los acontecimientos de manera maliciosa. Todo lo que rompa su tranquilidad envenenada despierta un morbo dormido por la rutina. Los propósitos oscuros orquestados por un alcalde cínico prosperan con sigilo.
Las ganas por aceptar retos en el campo forman una pareja atractiva en la gran pantalla junto a la medicina: desde la presencia de un doctor en la campiña francesa, defendida por François Cluzet; Una veterinaria en la Borgoña o el acercamiento a un doctor en Alaska. Si el entorno rural marca el paso de los acontecimientos, El médico de Budapest irradia calor con matices personales. Las personas dan un tinte nuevo a un argumento que acaricia el estereotipo del galeno de pueblo. S doktor es un tipo bueno y delicado, insobornable y tenaz; abandona su serenidad urbana modélica que parece tenerlo todo ordenado, con pinceladas burguesas, aunque viva dentro de una familia disgregada. Al matrimonio que habita en la capital húngara le espera una desmembración amistosa en destinos diferentes, su hija reside en Hamburgo, los padres de su pareja en Tokio. El acercamiento es incierto para todos. La llegada a Zebegény implica el sometimiento a rituales sociales que van desde el homenaje con más fachada consistorial que sentimiento, la aceptación de regalos ciudadanos que agradecen los servicios de corazón para confraternizar. El huésped levanta cuchicheos, descubre amistades nuevas en un hombre sencillo, se fabrican suspicacias, surgen los celos maternos, reafirman la necesidad de su compañía. El encuentro con un amor antiguo despierta momentos de sinceridad. La proposición de abrir un hospital nuevo, bien común, topa con las intenciones de establecer un balneario natural, cercanas a la especulación inmobiliaria.
La asistenta Marika (Ági Szirtes) es el amor juvenil del médico llegado a Zebegény  
El sacerdote Kristóf Atya (Károly Eperjes) en un momento de ocio junto al doctor nuevo

Los diálogos entre médico y sacerdote tienen valor pintoresco recordatorio. Ambos se lanzan a la huida de este mundo contaminado como bohemios henchidos de melodía en su corazón. La película trascurre por caminos pacíficos que abren horizontes hacia un proyecto nuevo. La trama funciona con dulzura mientras recordamos a Klaus Maria Brandauer en Memorias de África; años gloriosos del director István Szabó, que iluminó las pantallas con Padre, Conociendo a Julia o Mephisto. Grandes artistas e interpretaciones empáticas protagonizan una cinta cargada de simpatía y proximidad.

J. G.


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