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EL ASESINO CON CARAS DISTINTAS
Película La vida de los demás
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Entre la vida y la muerte existe un hilo microscópico de transparencia cegadora llamado decisión. Las dudas sobre su resistencia surgen cuando el destino de otra persona viene impuesto por inducción moral y política, entre la asimilación y el arrepentimiento; cuando el verdugo no tiene posibilidad de negarse a apretar el gatillo o accionar el cadalso con responsabilidad laboral que mata en nombre de la autoridad deshumanizadora. La pena de muerte todavía funciona como opción tutelada por la Justicia en regímenes autoritarios. Irán es uno de ellos. Parece que en esta república islámica el soldado no tiene derecho a dudar ante las órdenes superiores bañadas en criminalidad. La pena de muerte asesina por partida doble: se ceba en el incurso desprovisto de voz y anula al encargado de mantener engrasado este mecanismo; se pasea con tranquilidad cortante, reúne al lacayo y condenado: dos personas que jamás volverán a verse las caras. Entre ambos, alguien se cuestiona la legalidad del método para alcanzar el fin castigador, se descubre la participación en el asesinato que ahora atormenta y se opta por el aislamiento en una espiral donde la falta de ventilación emborracha y el sufrimiento se acepta con ese silencio que identifica al amor familiar.
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Mohammad Rasoulof responde a la injusticia cometida en su país con cuatro bofetadas duras explicadas a través del funcionario que ha asimilado el sistema y ejecuta su trabajo, nunca mejor dicho, con frialdad condensada, sin considerarse un monstruo. Rasoulof hace una crítica feroz a la pena capital materializada por un servicio militar obligatorio; no seguir las reglas del juego manipulador son motivo de traición antipatriota. El homicida ciego se convierte en víctima de sus acciones pasadas, descubre el daño cometido cuando atormentarse no soluciona nada. El uniforme de soldado raso quiere escapar de una cárcel habitada por su desazón. La pérdida de contacto social justifica la existencia de una paternidad biológica y otra basada en la crianza. La vida de los demás funciona como un largometraje uniforme dentro de su tensión cargada de agonía, huidas y reencuentros, ira contenida, culpabilidad doliente, perdón e imposibilidad de reconciliación: un viaje incómodo donde hay tiempo para la ternura. Las imágenes sosegadas, capaces de mostrar su letalidad inesperada, se arropan con una fotografía dramática incontestable, momentos de belleza romántica, música tradicional y acordes secos con ritmo metálico. |
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La libertad es el oxígeno que unos valoran mientras otros respiran de manera mecánica, sin prisa, con seguridad tranquila. La vida de los demás reproduce la estratificación de las personas en buenas y malas, la división perversa en ajusticiador y ajusticiado sin rechistar órdenes de procedencia inmortal. La violación de los derechos humanos en Iránena de muerte se manifiesta a través de la sociedad militarizada con una película gigante en dolor y compasión: una parada en el vacío que perturba y da esperanza. Su esqueleto transita desabrigado por el miedo, la valentía, la castración del pensamiento individual, el descubrimiento de una manipulación del poder dirigido por la persecución estatal. Lo más duro de este enjambre es que una película rodada en la clandestinidad reproduce el día a día que pertenece a todos, no sólo a la impotencia que acompaña al cadáver. |
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