La forma rápida de conseguir dinero fácil es robar en casa ajena. El plan resuelve una jornada aburrida si está habitada por una pareja de ancianos hipotéticamente dulces. No hay nada más placentero para un mangante que observar cómo los dueños abandonan el domicilio que trabajarán con libertad. Los ladronzuelos se agazapan en su coche envueltos en una nube densa de hierba y rap de
Ice-T. El objetivo ha abandonado el nido dando pista libre a los halcones depredadores. El trío desvalijador es disperso y dispar, se mantiene unido gracias al bote millonario que van a recoger en la rapiña. La risa adolescente cambia de cara ante lo inesperado. Este ansia por invadir y saquear lo ajeno recurre a escenas repetidas con la conexión del embarazo juvenil y las promesa de que el bebé crecerá robusto gracias al botín de la jornada. Así se desenvuelve la temática poco elaborada de
The Owners (Los propietarios).