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CINE Y ESPECTÁCULOS
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EL HASTÍO RODANTE
Película Nomadland


J. G.
(Madrid, España)

Nomadland
Ficha Técnica Video    
Las crisis económicas aportan épocas de renovación debido a una inercia obligada. El lema del momento lo dice bien claro: O cambiar o morir. Nomadland es un reto personal y una demostración de voluntad. Fern, corazón de esta historia, comprobó la dimensión prescindible de la persona en el mundo laboral. Una mujer que no ronda la juventud emprende un camino sanador hacia el Oeste americano después de perderlo todo con una recesión en 2011. La figura del nómada moderno que no transmite compasión vive en el vacío que obliga a reconocerte como producto de la sociedad deshumanizada. Quizás se convierta en un deshecho, quizás en un espíritu rebelde en busca de horizontes nuevos y lejanos. El capitalismo conductor del atasco mundial es observado desde el montículo privilegiado que la mala fortuna le brinda.
Nomadland se explaya en la narración con cuerpo de documental, la improvisación del momento y ausencia del diálogo potente mientras se abandona al silencio de las miradas. La película es valiente y mediocre con imágenes generales que buscan el contrapunto en la intimidad de una casa rodante; original y contemporánea en la manera de describir lugares por una Ruta 66 sin acicate bohemio, un elemento codiciado por la sobrevalorada. El periplo trascurre por una planicie que no reivindica nada; no quiere cambiar el mundo, quizás amoldarse a él desde un punto novedoso. La dirección de Chloé Zhao aporta mucho paisaje y poco guion. La naturalidad interpretativa, mezclando la revista de viajes y el suplemento de actualidad financiera, bascula entre la búsqueda y la huida, la supervivencia sin seguro ni jubilación y el deseo por asentarse. Fern es el espejo de quien no necesita más que lo puesto para vivir; alguien con aspecto andrógino. Lo tiene todo a su favor para comenzar desde cero por imposición, sin levantarse contra el sistema. Se asombra y aclimata a lo inesperado según se tercie. Su recorrido homenajea a Las Espigadoras de Agnes Vardá limpiando letrinas, trabajando en la recolección o dentro de factorías con una producción automatizada. Tiene una presencia reconocible: arisca, desconfiada y rocosa; no debería conducir a la compasión y mucho menos a la heroicidad. Es presa de la tragedia personal y profesional sin marido ni empleo. La necesidad de encontrar trabajo descentralizando es su meta existencial y las ganas de currar, una constante para sentirse viva: la ruptura del sueño americano. El tránsito de la vida acoplada al encuentro de la subsistencia puede caer en las garras de una empatía cegada por el corazón comprensivo. El relato no se inventa algo desconocido ni crea heroínas. Tampoco incide en los mitos acartonados. La protagonista tantea soluciones abriendo otro camino de Jack Kerouac ; otra generación beatnik de desposeídos maduros.
 
Fern (Frances McDormand) sin trabajo  
Bob (Bob Wells) es un personaje real que se dedica a vivir con su caravana

La elección de Estados Unidos como escenario de esta tragedia empresarial y moral es el cebo perfecto para nacionalizar un problema internacional. Aquí es más fácil embutir la etapa jipi, aunque Nomadland no coquetee con el flower power sino con un desencanto del liberalismo trumpista. La ilusión por la economía boyante se ha convertido en la preocupación de quienes buscan la Pachamama más allá de las estrellas. Bob Wells es un gurú, un jefe espiritual no ficcionado que despierta la ilusión en estos desempleados con propuestas ecológicas, alejadas del orden general. El desencanto de la sociedad consumista confía en brazos que pretenden dirigir la sociedad hacia otro estilo de vida americano. Su espíritu anticapitalista proyecta el valor de la comunidad ante el individuo. Los personajes inertes, cegados por la confianza en un hombre (Wells) y resguardados por el anonimato grupal que acepta su destino, se suceden. El tópico de la América profunda no sorprende. La carretera como símbolo de ruptura fronteriza aparece para reivindicar una estabilidad robada, la libertad de pertenecer al engranaje que no debe ser estrangulador. La decisión mochilera emprende un itinerario sin destino con su caracola sobre ruedas. La camioneta es el entorno que define la forma de vida, construyendo una personalidad sin casa pero con hogar. Fern mira como un pájaro desmelenado con las alas rotas, lleno de coraje y determinación que se impregna del espíritu contracultural de la comuna convertida en familia. Los miembros del clan se prestan a ser queridos gracias a una cercanía conmovedora. La crisis les ha transformado en anarquistas románticos que descubren lugares al cobijo de una fotografía oscura por momentos. El juego cinematográfico genera más emoción que crítica imparcial. La sencillez se aparta de la dramatización, expone la realidad con crudeza y espíritu positivo.

La soledad de Fern  
'Nomadland' es un viaje por carretera entre el encuentro y la huida

Las ruedas se desgastan en busca de algo que permita continuar el camino. La morosidad del plano sugiere una actitud contemplativa que funde el horizonte con la nada. La poesía está en lo que no se ve, la ocultación de la rabia se adapta a las existencias. El diseño de producción confía en la espontaneidad naturalista. La directora china, de formación neoyorquina, maneja situaciones frías con guiños a The Rider en la construcción visual y el objeto protagónico. Nomadland canta a la soledad en busca de la épica rodante que no alcanza. Es aburrida, portadora de una lentitud carente de mística donde no sabes si amanece u oscurece. La trampa está servida cuando Fern decide embarcarse en el modo de vida alternativo que las circunstancias empujan, despreciando la ayuda familiar como rebeldía en un callejón sin salida. El caparazón de su individualismo no busca el amor. No hay reproches ni quejas.

J. G.


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