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RAÍCES ITALIANAS CONTRA TRADICIÓN NORTEAMERICANA
Película Todo sobre mi padre
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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La lección de geografía e historia con que esta comedia insulsa comienza no tiene desperdicio. Para justificar la piel inmigrante del mundo yanqui, Laura Terruso sumerge al espectador en un mundo donde la importancia de las raíces focalizan la acción. Después de darse un paseo por la descendencia italiana de quienes hoy habitan Estados Unidos, el universo colorido de una sociedad edulcorada se apodera de la trama superficial entre vidas millonarias y hombres hechos a sí mismos. Todo sobre mi padre plantea un escenario conocido en donde la boda es la vela del pastel y los novios todavía no declarados, figurines de un concepto opuesto de vida familiar. Las dosis de ingenio escasean. El ritmo trepidante de aventuras y diálogos quiere sembrar la dosis de ingenio inexistente. No hay nada sobresaliente ni particular. Lo repetitivo sobrevive gracias a los chistes que un inmigrante de la vieja escuela, Salvo, que no para de disparar dichos en italiano. Su estampa de hombre autosuficiente es el germen del sueño americano como fenómeno importado. Sebastian nada tiene que ver con su prometida, una mujer de posición social desahogada y espíritu independiente. La procedencia antagonista de ambos tampoco prioriza el grupo social a la individualidad. Su clan estadounidense hace honor a un entorno adinerado mientras que el prometido proviene del trabajador que emigró sin hacer imperio. El choque cultural se establece cuando el encuentro aparece como algo inevitable entre las familias. Será en este acercamiento cuando ambos grupos sociales se vean las caras y cada uno exprese, con su desenvolvimiento particular, su identidad, lo que quieren y lo que no desean para sus hijos.
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Todo sobre mi padre está montado sobre exteriores de revista decorativa. La falta de inspiración repite argumento con caras nuevas, excluyendo a Robert De Niro. El papel prepotente que jugaba en la saga Los padres de él se invierte, bajando de rango militar a cocinero. La televisiva Kim Cattrall marca la potencia de Tigger, una mujer que en su juventud se alistó en el ejército sólo para jorobar al padre. No falta el hijo místico que, gracias a la economía familiar desenvuelta, se dedica a matar el tiempo entre cuencos tibetanos e ideas espirituales sobre la existencia humana, o el materialista y superficial, igual de parásito. Los personajes desinflados defienden generaciones diferentes que terminarán uniendo sus corazones con un final feliz en un baile que une a plebeyo y pudiente. La relación entre padres e hijos que buscan el cambio de costumbres quiere hacer madurar un largometraje de naturaleza verde. La fuerza ítala creciente conforma esta panoplia familiar henchida de orgullo por los orígenes mirando al cuento sentimental. Quizás unos pavos reales que se pasean por la villa ricachona son los únicos que se ajustan a una naturalidad de figurante distinguido en esta idea flácida. Las alusiones a los inmigrantes como foco de inestabilidad social hacen el juego al estereotipo. El metraje loco está trufado de tópicos americanos como los fastos caseros organizados en torno al 4 de julio, con carrera de sacos y mariscada incluidas.
La simpleza encuentra en la música el único elemento interesante al mezclar La Traviata, de Verdi con Il Volo, Yolanda Be Cool o Andrea Bocelli. Robert De Niro se aferra, cada vez con más intensidad, a producciones de carcajada facilona. Los años le están convirtiendo en carne de películas que sólo pagan las facturas. |
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