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VISITANTES DIMINUTOS PARA UNA AVENTURA QUE SE CRECE
Película Me he tragado un extraterrestre


J. G.
(Madrid, España)

Me he tragado un extraterrestre
Ficha Técnica Video    
Cada uno puede ser el héroe de su propia vida construyendo una narrativa que la diferencie de los demás. Esto es lo que Paul Louis Mayer y Gerhard Painter lanzan como mensaje esencial en este trabajo donde la mezcla de Viaje alucinante y Los hombres de negro se hace patente. El viaje inicial a través del cuerpo humano, enlazado con el orbital, recuerda, en la distancia, a El chip prodigioso de Joe Dante. Los directores lanzan guiños constantes a otras películas donde la acción y el enredo caminan de la mano, donde humanoides y alienígenas se compenetran en escenas siniestras y divertidas.
Las invasiones de la tierra no son nuevas, actúan como acicate para que la vida en Hubble Bay High tenga sentido. No hace falta buscarla en otro planeta ya que, como lo demuestra la voracidad de villanos espaciales, sus artimañas están dispuestas a alterar el orden terráqueo. La persecución inesperada de seres pacíficos pone el contrapunto de la raza marciana.
La acción se mueven en un mundo paralelo entre la posibilidad y lo increíble, la suplantación y la sorpresa, el ataque y la supervivencia. Gus, Sophie y Max de la Fuerza de Protección Espacial (SPF) se introducen el cuerpo humano para descubrirlo como escondite donde protegerse de Zolthard, su perseguidor. Las teorías de Norman, un chaval que siempre ha creído en la existencia de vida más allá, cobran sentido desde que este acontecimiento deja de ser una fabulación. El aterrizaje en espacios insólitos supone una irrupción en la monotonía terrícola.
 
Norman leyendo una historia de ciencia ficción  
Los nuevos amigos de Norman: Sophie, Max y Gus (de izquierda a derecha)

La fuerza de Me he tragado un extraterrestre reside en sus personajes: desde la sabiduría, y musculatura algo oxidada de Max hasta el egocentrismo de Zolthard. El elenco modelado por ordenador se completa con Charlene, la novia no oficial de Norman; Frankie (amante de las nuevas tecnologías y autodidacta rebelde); la valentía más leal que física de Alejandro; la chulería de Mike con más carne que cerebro; el despotismo de la directora Witherington que se verá eclipsado pronto. La lista se completa con Virgil y sus teorías conspiratorias. Los tebeos y la tecnología extraterrestre tienen su parcela de protagonismo en este abanico que viene como anillo al dedo a una historia tan cósmica como terrenal.
La persecución galáctica se convierte en un acecho dentro de la escuela secundaria Hubble Bay, donde aulas, despachos y hasta el gimnasio guardan intriga. El relato se expande a través de un ambiente de sustos divertidos, pasan cosas dentro y fuera de la cabeza de Norman, aderezadas por una banda sonora omnipresente. Su lenguaje también es un protagonista que se mueve entre las reminiscencias planetarias de Star Wars y la expectación trapisondista de The Faculty. Su pentagrama define la aventura, se especializa en imprimir velocidad y congelar instantes hasta el final predecible que no empacha.

El villano Zolthard  
De izquierda a derecha: Frankie, Alejandro, Norman y Charlene

La animación se ha concebido para el público infantil con alguna guinda adulta como la mención del calentamiento global y, sobre todo, la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Es ágil, amena, engancha sin necesidad de efectos especiales que edulcorarían un argumento sencillo y fácil de digerir. La historia de aventuras se mantiene fiel a los códigos del diseño digital mientras alimenta una trama llena de suspense sin caer en tópicos. Sus ingredientes se mezclan con certeza y frescura. Aunque la despedida recuerda a E.T., no hay nada de pirotecnia hollywoodense en esta producción diseñada para toda la familia. Me he tragado un extraterrestre divierte a la vez que entretiene.

J. G.


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