Pieza importante para el celuloide de la
dictadura franquista, la Transición la convirtió en figura asentada de un soporte cultural emergente. De perseguir a los directores para escapar de las producciones cutres pasó a ser codiciada por figuras como Pedro Olea, Antonio Artero, Jaime Camino, Roberto Bodegas, Angelino Fons, Fernando Fernán Gómez, Mario Camus, Jaime de Armiñán,
David Trueba o Josefina Molina. Galardones no le han faltado: Goya de Honor en 2013, Max de Honor en 2019, Valle Inclán a mejor actriz por
Hécuba en 2015, Ondas a mejor actriz por
Gran Hotel en 2012 o Espiga de Oro de la Seminci por
La hora bruja en 1985. Los años de
¡Pim, pam, pum... ¡fuego!, Las largas vacaciones del 36, La colmena, Esquilache (su primera candidatura al
Goya) y
Más allá del jardín (segunda nominación al premio) se cierran con la madurez de la que considera su película testamento,
París-Tombuctú. La última aparición en la gran pantalla con
Malasana 32 fue un gesto anecdótico. Debutó en la revista gracias a
¡Ven y ven al Eslava! (1959), siguiendo
Los Derechos de la Mujer, la comedia
The Boyfriend o
Don Juan Tenorio (ambas piezas dirigidas por Luis Escobar). El musical palpó su desparpajo en
Yo Me Bajo En La Próxima ¿Y Usted?, Mata-Hari, escritos y dirigidos por Adolfo Marsillach, o
Mamá, ¡Quiero Ser Artista! Emuló a Barbra Streisand en
Hello, Dolly! con Las manzanas del viernes. Demostró talento dramático en la serie televisiva
Teresa de Jesús o en el largometraje
Tormento, inspirado en la novela homónima de Benito Pérez Galdós.