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MUSINTERNAUTA

TU OPINION TIENE UN SENTIDO
Histórico

 


UN MAL CHISTE MALO
(Presencia española en Eurovisión 2008
con Rodolfo Chikilicuatre)

J. G.
(Madrid, España)

Chiki Chiki

El concepto que el mundo del espectáculo tiene de la música se ha transformado. Internet, myspace, sms. Todo cambia. El vinilo es nostalgia y el sentido del buen gusto musical, en ocasiones, una pieza de museo. La España festiva de pandereta se ha subido al carro de las nuevas tecnologías. Una gallina con los huevos de oro que desprenden cierto tufillo a revenidos. Ahora es la España friky del mp4. Unos se avergüenzan, otros celebran con orgullo tener los sesos por posaderas y los más listos se llenan la buchaca con las ganancias del invento. Se oyen voces revolverse desde la tumba.
-¡Españoles…Eurovisión ha muerto!
-¡Arriba el sentido del ridículo casposo y de mal gusto!

El Chikilicuatre,  injerto mediático, y su banda de niñas con piruleta, han dejado bien alto el mástil del ridículo patrio en la quincuagésimo tercera edición eurovisiva. Un festival que está muriendo de aburrimiento. Sin frescura inteligente. Oportunismo. Es una muerte lenta, agónica, ya anunciada. Lenta pero segura.
Sábado, sabadete: chikichiki o ñakañaka. Allá cada cual.

En un intento de rejuvenecer Eurovisión y la música europea, o torpedearlos con extravagancias arriesgadas para resucitar la cuota de pantalla y elevar audiencias, el chikichiki español, como el resto de canciones apoyadas en el absurdo, han convertido a la cita musical en una fosa séptica.

La música no se lo agradece, las ganancias de sus promotores están satisfechas. Nos vendieron la idea de “salvar Eurovisión” como gancho televisivo en un intento de renovarse a morir. Añorado “La, la, la”. Vergonzoso “Chiki Chiki”. Este rejuvenecimiento siempre gana con el conocimiento y sapiencia eurovisivas del histórico Ulibarri. Ulibarri, Chiki; Chiki, Ulibarri, Ulibarri, Ulbarri… y gol. L’Espagne, one point.

El padre de la criatura es la productora El Terrat, propiedad de Andreu Buenafuente, con vinculaciones al canal privado La Sexta. Su madrina del deshonor, la televisión pública. Gracias a Chikilicuatre ambas comenzaron un idilio de conveniencia, queriendo dar un vuelco a lo que muchos conocíamos desde el primer momento: la vulgaridad. Risas aparte. Chikilicuatre no es un producto de marketing, es un subproducto del mal gusto. Un invento que esconde largas filas de ceros en rentabilidad económica para Prado del Rey y El Terrat. Sin olvidar el factor socializante 2.0: votaciones, presencia online, móviles marcando “ganachiki 0000” al coste de algún eurillo, impuestos no incluidos.  Importa la opinión popular. Chikilicuatre fue visto hasta en Australia, donde los canguros también son boxeadores, y España está en el culo del mundo.

No todo es crítica afilada. Es justo romper una lanza en favor de David Fernández, el representante de esta patochada. Actor que se lo ha currado: teatro, televisión, cine. Ha dado la cara como lo que es: un cómico. No un cantante. Un currante con jefes que deciden por él, y todos tenemos que comer de algo. Chikilicuatre es un friky que verá aupada su popularidad gracias a las
críticas que recibirá. Un subproducto convertido en ganancias. Tonos, polytonos, monotonos… tontotonos. Símbolo del móvil actualizado. No falta el kit Chikilicuatre a cuarenta euros la unidad, con la banderita nacional. Una mala imitación de los Madelman o Geyperman. El nuevo estandarte de lo español. Osborne chico, tu toro de anuncio en carretera ya no se lleva. Ahora no se busca marcar paquete, sino ser un pintas de feria.
Chikiweb, ChikiTube, ChikiBlog, ChikiManga, ChikiTwitter, Chikiamiguetes, Chikiforos. Chiki en la televisión, en las radios, en Internet, en la prensa. Hasta en los baños de las discotecas más cool, seguro. Chikideclaraciones de amor, Chikipartys. ¿Cuándo el Chikikrispis o las Chikichips, la consola ChikiXYZ3000-tronic? Todo un negociazo para sus creadores. Una promoción mega-chiki-gigantesca-opresiva que no ha dejado de comernos el tarro. Una chiki-llada maquiavélica.

¿Qué pasa con el arte, la apuesta por el talento musical? En el mundo del mercado, esto queda en segundo plano. Porque hay que tener ganas de prestare a semejante esperpento. No me sorprende que algunas mentes tengan la habilidad de crear temas como “Baila el chikichiki”. Lo que de verdad me asombra, y me descoloca, es que Pedro Guerra sea autor de la música, junto a Santiago Segura que se ha encargado de la letra. Segura es un tío cachondo, desvarrante, del montón. Pedro Guerra se ha ganado un respeto en el mundo musical con discos como "Golosinas" (1995), “Tan Cerca de Ti” 1997, “La Palabra en el aire" (2003) o “Vidas” (2008) Su figura de letrista y cantautor serio ha perdido enteros, aunque siga haciendo buenos trabajos. Chikilicuatre no es un invento cien por cien español, sino una copia adaptada de los daneses The Cartoons. Menos llamativa y peor vestida musicalmente hablando. Los de Dinamarca eran un grupo pop de technobilly/glam cuyo mayor éxito fue “Witch Doctor”,1998. Mezcla de eurodance y rockabilly. Tupés exagerados enfrascados en caricaturas vivientes. Un refrito.

“Ooo eee,ooo ah ah ting tang
Walla walla, bang bang
Ooo eee ooo ah ah ting tang
Walla walla bang bang...
Ooo eee ,ooo ah ah ting tang
Walla walla ,bang bang
Ooo eee ooo ah ah ting tang
Walla walla bang bang”.

El fenómeno The Cartoons duró lo que canta un gallo. Un veranito playero. Frikis outsiders.

Eurovisión se ha convertido en un circo donde lo que interesa es la audiencia, el gusto por la música se ha camuflado. Los tertulianos del happening que organizó La Primera de televisión después del evento, con Raffela Roberta Pelloni, artísticamente Carrá, como Gran Houdini, se lo estaban pasando pipa. No hacía más que sacarse conejos momificados de la chistera raída, sin gracia. Me convencieron de que los hordas del Este europeo se han confabulado para votarse ente ellas y machacar a la música mediterránea y europeizada. Menos mal que ya no hay Guerra Fría, ni Telón de Acero, ni comunismo. ¡Vaya acojone que tenían alguno de estos elementos parásitomediáticos idióticos! Siempre nos quedará Lisboa. España y Portugal han sido buenas aliadas en los menesteres eurovisivos.
Si Cristóbal Colón levantara la cabeza…

El año pasado la representación española corrió a cargo de D’Nash, un grupito de niños guapos, jóvenes y relucientes. De buen rollito fan, el que gusta a las discográficas. Un producto musical descarado, en julio de este año comienzan gira. Eurovisión les catapultó. Que lástima que los Backstreet Boys, Westlife o Take That se nos adelantaran. A Rodolfo Chiki no hace falta que le catapulte nadie, todo lo absurdo llama la atención por su estupidez. Con escaso buen gusto, puro marketing.

El verano está a las puertas, los chiringuitos de las playas comienzan a florecer.
-“Que sí, que no, que caiga un chaparrón”.
Con sus calamares fritos y cervezas de botellín, con el brikindans, el maiquelyason y el robocop como soniquete de fondo. Las toallas decoradas con el torso desnudo de Chikilicuatre, sombrillas dibujando su tupé retro. Helados en  forma de Luciana, su inseparable guitarra de juguete. Ay, mi niño grande.
-¡El llavero del Chiki a un euro! ¡Compre el Cd con el éxito del verano: el Chiki Dance!
Gracias a un gran sentido del ridículo, los españolitos sabemos reírnos de nuestras miserias.
Y olé el espíritu nacional.

 

J. G.

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