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UNOS POCOS PRIVILEGIADOS
(Frightened Rabbit.
Sala El Sol, Madrid. 11 de octubre de 2008)

J. G.
(Madrid, España)

Scott Hutchison

Cuántas veces nos hemos peleado con un hermano por tener el mando de la televisión, las llaves del coche, la chica del barrio... por defender nuestro territorio, nuestro orgullo: “¿gafotas yo...?, pues tú, canijo”. La música amansa a las fieras y los grupos formados por hermanos surgen como hormigas. Ahí están Isaac, Taylor y Zac Hanson, de la banda que lleva su apellido como nombre. Los hermanos Followill, de Kings Of Leon, los polémicos Gallagher con OASIS o los hermanos Urquijo, en España, con el grupo Los Secretos y su pop melódico. El cordón umbilical que une a sus miembros ha sido capaz de destapar alegrías y sinsabores. La actualidad viene desde Escocia y se apellida Hutchison. Scott Hutchison y Grant Hutchison, junto a Billy Kennedy y Andy Monaghan son Frightened Rabbit, la nueva banda de indie-rock que triunfa en el espectro musical. Parece que está de monda crear bandas entre hermanos.

Scott y Grant pisan fuerte desde Selkirk, Escocia, con una música indie que no se corta en enseñar las uñas de un rock agresivo. La sala El Sol es el local alternativo por excelencia del circuito madrileño. Sin fallar a esta tradición, acogió a una de las mejores bandas del indie europeo, y de la música en general. El Conejo Asustado, o Frightened Rabbit en castellano, de los hermanos Hutchison se dejó la piel en un concierto tan fugaz en su duración como exquisito en el contenido.

Era medianoche y el sol brilló más que nunca en la sala homónima con los acordes de “The Modern Leper”. La gente que estaba dispuesta a escuchar el indie de Escocia se pudo contar con los dedos de una mano. La mayoría eran extranjeros que disfrutaron de cada una de las canciones en una fiesta casi privada. La escasa multitud se convirtió en familia. El público se lo pasó bien en un concierto de rock particular, casi a puerta cerrada. Era un acontecimiento privado donde la interactividad grupo-espectador fue mayúscula. Una fiesta donde el castellano no se pronunció entre el poco público, tampoco hubo hooligans a pesar de que el grupo es de Escocia. Sólo rock y un gran grupo defendiendo su música.

Son aquellos conciertos en los que los camareros tienen más protagonismo que los espectadores. Hace un par de horas hubo fútbol y eso pesa mucho. Ya se sabe que don balón manda más que la música en este país de tortilla y tertulia sobre Fernando Alonso. Un topicazo como un piano, sí, pero cierto.
Se te encoje el corazón al ver un local vacío mermado por la noche de fútbol o la crisis económica. Quién entiende a la gente...

El nuevo disco que los hermanos Hutchison presentaron, “Midnight Organ Fight”, mezcló rock y folk, suavidad y contundencia. Era la esencia musical: escuchar para divertirte. Este segundo trabajo cuenta además con el aval de Peter Katis en la producción, famoso por sus trabajos junto a Mercury Rev e Interpol.

Scott fue el hombre orquesta, compaginando sus labores entre lo vocal, la guitarra y el órgano. Su voz rota desgajó un rock memorable. El último fichaje de la banda, Andy Monaghan, puso la guinda al bajo sacando sonidos que hacían ponerte a mil.

El otro de los hermanos Hutchison, Grant, salpicó de mala leche la batería. Adoptó una postura entre mística y neurótica. Trance lleno de cafeína. Demostraron que el bombo es un instrumento esencial para que las canciones de Frightened Rabbit suenen más rabiosas. Más cabreadas que la chicken run entre el Mercury de James Dean y el Ford de su rival en la película “Rebelde Sin Causa”.

El rostro de granjero de Scott Hutchison se fue convirtiendo en el de alguien loco por el rock. Su música traspasa el corazón. Cada toque de guitarra fue una rosa con espinas de rock palpitante. Su electricidad hizo vibrar. No te deja respirar, es adictiva, fácil de engancharse a ella. Si no te conoces las canciones no puedes seguir el ritmo. La esencia roquera de este grupo, y una música incombustible, convirtió a las canciones en música escrita con dolor y contada con sangre. Una locura. Rock salido de las entrañas.

Los de Selkirk dejaron claro su poderío con las guitarras. Una hora escasa de concierto, sin bises. Se encienden las luces de la sala para convertirse en afterhours con la música de R:E:M. “Man of the Moon” en el ambiente. En la luna estábamos todos. De lo mejor del año, pocos y bien acompañados. Frightened Rabbit tocaron junto a The Last Three Lines en Barcelona, Madrid no tuvo telonero. Otra vez será. Aunque nadie necesitó preparar el ambiente.

 

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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