La música inunda de un locura transitoria La Riviera vacía y gélida. Líneas Albiés es un grupo joven, nació en Madrid 2003 con dos álbumes a sus espaldas y una carrera que aún no ha despegado. Su electro punk no es un estilo fácil, se mueve en el underground. Todavía no son estrellas mediáticas y no pueden permitirse el lujo de arrastrar a masas y ser
valorados por el nombre más que por la calidad de su trabajo. Son agitadores e
irreverentes, sobre todo Marieta Rabieta, su vocalista. Desconcertantes a veces. Tuvieron que aguantar el tipo ante menos de un centenar de personas, con lo que eso desmoralizada.
El descaro de Marieta Rabieta le quitó hierro a la noche. La procesión va por dentro. El público fue entrando en harina poco a poco, atraído por un espectáculo circense y una música alienante. Los cuatro gatos que se congregaron ante el escenario eran fieles seguidores de Líneas Albiés y apoyaron a su grupo en una noche electoral. Noche electoral americana.
La puesta en escena fue minimalista. Se presentaron casi huérfanos de instrumentos, pocos percibieron su entrada en el escenario. El juego lo dio su vocalista, que exhibió un aire entre retro y clown, graciosa. Sus mayas negras y el gorro con lentejuelas a lo Belle Époque podía haber sido comprado en los chinos o ser un retal de Agatha Ruiz de la Prada, igual de hortera. Fue la estética del Charleston underground: de negro pero no de luto, para que luego digan los de la Pasarela Cibeles que no hay ideas en la moda española.
Ese gorro, y la extrema delgadez de Marieta, recordaban a Lesley Homby, más conocida como Twiggy Lawson. La cantante, modelo y actriz inglesa que aparece junto a David Bowie en la carátula de “Pin-Ups”, trabajo que El Duque Blanco editó en 1973.
La cantante de Líneas Albiés se retorcía en el suelo, se revolcaba jugando con el micro haciendo posturas eróticas: morbo sexual. Provocativa y descarada. Electro punk acosador.
Su aire decadente trajo a la memoria los años de La Movida: a Ramoncín , a “litros de alcohol corren por mis venas”, a sexo húmedo, a una revolución que la juventud está arrinconando entre telarañas. A yonquis, a droga, a camerinos clandestinos y vacíos. A una época. Ahora es tiempo de lo sintético y lo ecológico a la vez, menuda paradoja. Marieta demostró ser una mujer espectáculo en toda regla. Ante eso hay que quitarse el sombrero. Gata vestida de negro, vocalista peleona.
Este trío madrileño (Pablo Pómez, Marieta Rabieta y Tercer Hombre Federex) ha pisado festivales como Primavera Sound, el Festival Internacional de Benicassim, los escenarios de Nueva York, Berlín o Madrid. Quienes los vieron en La Riviera, se empaparon de emociones fuertes. Son anfetamínicos. Su música no dio tregua, Líneas Albiés fue un máquina de componer sonidos.
La fusión de electrónica y punk sonó como un martilleo constante. La interpretación del saxo en "The Real Mother Fucker" pateó a los que les encasillarían como un grupo punk, haciendo del nu jazz una marca en su carrera. El diálogo entre los teclados de Marieta y el saxo fue el mejor momento de esta actuación. El más fresco y menos repetitivo. El más visual: calles oscuras, noches de invierno, un bohemio, alcohólicos sin techo, lujo, sueños, frustraciones. El saxo es literatura. La borrachera de electro-jazz nos dejó noqueados.
Los guiños a Devo, Talking Heads, Elli et Jacno, The B-52's, Aviador Dro adecuados a su
estilo fueron otra tónica del concierto. Hablamos de otro grupo español con letras en inglés. El guitarrista enloqueció a golpe de púa hasta despojarse de la camisa en un semi desnudo poco estético. Sus movimientos intentaron recordar a Syd Vicious, se quedó en punk sin historia.
Líneas Albiés, una de la nuevas apuestas del sello Subterfuge, tuvo un sonido machacón y enfermizo basado en una electrónica cansina. A pesar de su música repetitiva, la actuación fue rica en teatralidad.
