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ELECTRO-SENSATION DE OTROS MUNDOS.
(Dúo alemán nsi. Festival "Electrónica".
Sala La Casa Encendida, Madrid. 24 de abril de 2009)

J. G.
(Madrid, España)

nsi

La Casa Encendida es un refugio del vanguardismo cultural, donde se mezclan las tendencias más insólitas con los espacios menos convencionales. Un ejemplo de su originalidad es el Festival de Música Electrónica, dedicado este año a expandir los recovecos más hedonistas del arte musical electrónico.

El cartel para la edición de 2009 lo inauguraron los alemanes nsi, junto al electro calculado y visual de Dopplereffekt. El subsótano, donde se encuentra el Auditorio de La Casa Encendida, abrió sus puertas con la sobriedad que describe a un espacio frío y gaseoso. Las máquinas con las que nsi iban a hacer música eran instrumentos propios de un garaje, simplificados a la tecnología del bit e imaginación de artistas capaces de convertir una onda sonora en un elemento musical, con matices… La imaginación de nsi a la hora de enfrentarse a la tecnología vomitó efectos entre el minimal y la concatenación sonora sin clasificar: cables, sintes, olor a programación, gotas de agua, reflexiones... La escenificación de su música se desarrolló en una caja de experimentos vigilada por dos focos que no pestañearon, dentro de esta atmósfera inodora. Todo dispuesto para que las ondas acústicas se convirtieran en registros modulados de caprichosa solfa.

Tobias Freund y Max Londerbauer son dueños de lo que parecieron sonidos improvisados, para construir una sinfonía electro-acústica basada en el directo menos cocinado.

El símbolo del tiempo, manido por necesidad en el Arte, persigue a espectadores y artistas; morbo. Jugar con este elemento que nuca pierde su lustre ni capacidad para reinventarse, es como andar sobre una cuerda pendiente de dos extremos inexistentes y que se sostiene por su propia inercia. Así comenzaron non standard institute: con el sonido de un péndulo acercándose en forma de vacío para recordarnos la rutina en la que estamos inmersos. nsi no fueron del montón, supieron acomodarse en las neuronas del oyente, llegando a crear placer meciéndole en un bomboleo de ondas eléctricas.
Los acordes de piano, en este ambiente de mitosis sintética, mezclaron a Chopin y Christian Huygens como música de fondo. Las composiciones de nsi despertaron juegos imaginativos rodeados por monstruos, mansiones encantadas, azules desvanecidos. La belleza primaria fue emergiendo de los sintetizadores; y el estado hipnótico, también.

Su improvisación electroacústica se nota en las grabaciones realizadas para Cadenza, Sähkö y Non Standard Productions. En La Casa Encendida actuaron como batines de laboratorio jugando con la inventiva, deseosos de convertir los sonidos en música y su ritmo en un juego existencialista rayando con el comic y la vida en Marte. Alunizajes, ovnis, sonidos agudos que describían a las ondas hertzianas en su trayectoria espacial por La Vía Láctea, Tesla, el dibujo de una Supupernova. Ingravidez. Su música recreó el ambiente lunar de las primeras películas sobre ciencia ficción, Serie B, cuando todo se rodaba con decorados y la imaginación del espectador era fundamental para el triunfo de una secuencia fílmica.

nsi ofrecieron un emparejamiento de timbres que dio lugar a un sinfonía de color metálico y frágil, maleables. Lo suyo fueron pares de sonidos que se incrustaban en los huesos sin fragmentarlos, afrodisíacos del dejarse llevar, para el bostezo y su disfrute con los ojos cerrados: paladeando cada pico, cada fundido, cada ganancia, cada canal.
Equilibrio hombre-máquina en un recuerdo a Asimov.
Tobias Freund y Max Londerbauer plasmaron con su acústica el mundo de la plasticidad, de la materia amorfa: estilizada como la expansión del Efecto Doppler sobre el agua y viscosa en forma de sustancia semisólida.
¿La reflexión sobre un mundo más dulce. Menos hermético y frío?
Es una música analítica y versátil.

Su complejidad forma esferas de SFX sin más argumento que el de crear hilos simétricos que produzcan placer, sin complicidad en las miradas ni gestos, sólo en los sonidos.

Se escucharon voces humanas distorsionadas, portadoras de mensajes escondidos, similares a las alucinaciones auditivas de un epiléptico; una catarata de mierdas de vaca amplificada -la portada de “Atom Heart Mother” se visualiza-; siempre creando una atmósfera espacial... y campanadas, ahora del Big Beng.
Otro Big-Bang.

El trabajo de nsi sorprendió por su factura, por esas oscilaciones de sonidos que se fundían en encadenados hasta culminar la hecatombe; se escuchó la ligereza de un arañazo sobre el cristal, chicharas enlazadas. Aceleración del puslo cardíaco, corazones que dejaban de latir para dar paso a la Nada con su eco particular.

Los sonidos siguieron una trama argumental, sin silencios, cambiando el timbre como los camaleones de pigmentación. Volvieron los toques de piano iniciales, ahora más desolados, hundidos en su proyección espacial: las comunicaciones marcianas. La jaqueca aporreó las cabezas con un tic-tac mutilado por las aspas de un díptero gigante, en recuerdo a “Ride of the Valkyries” en ”Apocalypse Now”, sólo que la música de Wagner había sido sustituida por un rotor belicoso y las bombas: todo un levantamiento contra los gobernantes cuyas decisiones construyen guerras. Se escucharon sonidos trágicos, de denuncia punzante.
Su actuación fue un guión cinematográfico en forma de bucle, cuyo final se reinicia mutado en una sensación nueva.

 

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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