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ESCENIFICACIÓN SONORA
(Pet Shop Boys.
Gira "Pandemonium OnTour 2009/2010”.
Plaza de Toros de Vistalegre. 08 de julio de 2009)

J. G.
(Madrid, España)

Pet Shop Boys

Los reyes de la revolución andrógina de nuevo en Madrid. Neil Tennant y Chris Lowe presentaron imágenes vectoriales de la música disco perteneciente a la última década. Un trabajo de escena minimalista y elegante dentro de su épica renovada. Han pasado nueve años desde su primera aparición en Madrid, en El Palacio de Los Deportes. Aún desconocidos, aún salvajes, con un potencial virgen que pronto fue adivinado por Parlophone.

En el 2000 vinieron con cabellos engominados, gafas oscuras que impedían la comunicación visual, bombachos barrocos y una música que nos pilló a todos de sorpresa. Se salían de los cánones del disco. Eso ha cambiado, con un estética más conservadora, menos provocativa. Siguen mezclando electrónica, haciendo del synth-pop su bandera con la voz de Neil Tennant a la vieja usanza. Se aprecia con mayor nitidez el trabajo de Chris Lowe. Su trabajo, relegado a un segundo plano, llevó el protagonismo frente a los teclados.

El minimalismo se ha apoderado de su regreso a las plazas españolas. La música es más sintética. Igual de fascinante, la música de Pet Shop Boys es capaz de innovar sobre la perfección, con una mirada más serena. Su trayectoria está jalonada de éxitos. Es una curva ascendente en la que sus primeras canciones se han convertido en himnos intemporales. El último regalo se titula “YES”, que, por cierto, no se mueve muy bien en las listas de ventas. Los madrileños les esperaban como agua en mayo, al ritmo de “Go West” en sus labios.

Aún está en la memoria el escenario en el que presentaron “Nighlife”, diseñado por Zaha Hadid, por el cual discurrían resbaladizas sus canciones. La misma exquisitez, y sencillez, visuales han acompañado a Pet Shop Boys en “Pandemonium OnTour”. Futurismo donde el futuro es presente, ruptura de las formas dentro de una geometría pura, lineal. Hombres con cabezas cúbicas flotantes: más matemática sobre el escenario, más incógnita, más argumentación filosófica. Sobre todo, música. Sus canciones sonaron como un meta recuerdo: recordar el recuerdo, envueltas en esos hexaedros cantores. Se respiraron limpieza sonora y ayer remasterizado. Las canciones, sus grandes éxitos, discurrieron como una ráfaga de música computarizada. Todo perfecto, la frialdad campó por el escenario. El tecno y el disco se han apoderado del pop. Una innovación que no dañó la imagen del dúo, acompañado de un set coreográfico demoledor, casi hedonista. Sus movimientos de plastilina buscaban en cada paso la curva del placer. Se sintió la presencia de Kraftwerk. Los Pet Shop Boys han tecnificado sus melodías: no es pop ni electro al cien por cien. Es sonido Pet Shop Boys adaptado al siglo XXI.

El escenario era un mecano de formas poliédricas impolutas, a guisa de escombrera desintoxicada. Unos operarios, también de vestimenta blanca virginal, fueron cambiando de lugar dichos cubos, creando distintos espacios en un mismo escenario. Sus volúmenes construyeron la ciudad cúbica de Pet Shop Boys: dados de algodón sin marcar. Los cubos andantes se exhibían como si el concierto fuera un pase de moda, estilo prêt-à-porter. Color y forma en sus trajes, impersonalidad en los rostros. Diseños de ciencia ficción. Ni Karl Lagerfeld hubiera sido tan original dando vida, en esta pasarela acartonada, a la arquitectura de Hugh Stubbins (CityCorp Center) y William Van Allen (Chrysler Building), entre la fiesta musical del dúo londinense. El sonido de Pet Shop Boys es arquitectura que no tiene techo. Sus tema acompañaron en versión actualizada.
“Love Comes Quickly”.

El control ejercido desde la mesa de sonido dibujó una sincronía lineal, sin altibajos. Los técnicos, envueltos en batines blancos, se podían confundir con enfermeros o empleados de un central nuclear. Los vúmetros a todo rendimiento, la potencia fluía por canales de bits digitales. Seriedad en sus rostros, tics en las agujas.
Los cueros del Neil Tennant inicial dieron paso al clasicismo inglés de bombín y traje negros. Ahora es el Sinatra del pop: look de esmoquin y pajarita que imprimió un aire de elegancia envuelta en tecno adolescente.
Abandonó en el backstage su cazadora con olor a sexshop. ”You Are Always on My Mind” añadió más sofisticación conceptual a sus canciones, aparecen los cubos andantes.


Elvis Presley hizo de esta canción número uno en 1972. Décadas más tarde, el diario The Telegraph consideró que la versión de los Pet Shop Boys sería el segundo mejor cover en toda la historia de la música, sólo antecedida por Jimmy Hendrix.

Tennant ha cambiado de atuendo y ahora es el Sinatra del pop: con pajarita y traje a juego da un aire de elegancia envuelta en tecno adolescente. Look de frac y pajarita.
El punto culmen se mantuvo, no se registraron oscilaciones ni retrocesos. Es un goteo constante de información musical (beats, notas, picos de sonido) que se convirtió en melodía tecnológica. “Suburbia”. Algarabía en el gallinero, sincronización en el escenario. La organización de Pet Shop Boys fue milimétrica, casi frívola.
Se perdió el formato de concierto interactivo público-artista.

Hubo funky con “C' Est La Vie”. Las canciones de Pet Shop Boys adquirieron forma gracias a un cuerpo de bailarines dúctil, acróbatas circenses, caminantes del aire: colosal. “It's a sign” sonó en versión discoboom. Todo acabó en una fiesta de confetti. La traca final explotó con “Western Girls” sonando a tecno dinámico y atómico.
Tennant y Lowe electrocutaron los oídos del público madrileño gracias a una música actualizada, con aroma a recuerdo.

 

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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