El fenómeno fan es imparable en la música. Como muestra de que no es algo pasajero, los californianos R5, alejados del pop meloso estilo One Direction, son el actual buque insignia de este movimiento arrollador. El clan de los hermanos Lynch sabe desenvolverse en listas y directos. Capaz de sintonizar con las masas juveniles, la banda liderada por Ross Lynch, presentó en Madrid su último trabajo entre una nube de griterío ensordecedor e histeria quinceañera.
Los chicos no lo hicieron mal, conocen el terreno que pisan y se dejan querer con gusto. En una sala de medio aforo, el sonido de R5 arrasó con su música pegadiza y contundente. A parte de los temas conocidos gracias a las radio fórmulas y medios digitales, estos hermanos (junto a Ellington Ratliff) tienen algo más. El calificativo de grupo fan lo llevan con gusto pero el sonido que desplegaron en la sala San Miguel fue un poco más allá. Dejando a un lado los temas comerciales, sobresale la contundencia de una batería fuerte, metálica, y el poder de unas guitarras electrizantes. Si esto se mezcla con la voz de Ross, el resultado es explosivo. Explosivas resultaron sus canciones, alejadas del pop comercial labrado a base de loops minutados. Esta noche sonaron a rock contundente con atractivos toques en la onda del seguidor adolescente. Su música contentó a unos y a otros, a pesar de que el jovenzuelo incondicional pocas veces se para a apreciar los matices de la buena música.
En todo momento, desde una humildad que no llegó a engrandecerse, supieron mantener la química que se produjo con el público. Una audiencia que, a caso por su temprana edad, moría ahogada entre el alboroto de sus gritos. Personas para las que el descontrol fue sinónimo de comunicación. Es el tsunami del adolescente hipnotizado por su ídolo, enganchado a las canciones de R5, convertidas en himnos.
Había mucha familia congregada que entraba y salía del recinto en una especie de pasadizo del placer. Madres, hijas, padres, hijos: parecía un concierto familiar destinado a retoños.
Los temas de R5 no desmerecieron sino que fueron decantándose por la línea del incremento roquero. Una vez alcanzado el clímax sonoro, la voz de Ross marcó un momento de tranquilidad. Sus manos, acariciando el piano eléctrico, fueron desgranando las notas del cover “You & I" (Lady Gaga), una canción agradable de escuchar. No fue la balada que exige las manos al vuelo ni el mechero encendido. Sus notas fueron desgranándose como un tema lento en toda regla, con el momento para la la suavidad. La guitarra rasgada de Ellington Ratliff, protagonista alternando primer y segundo plano, puso el toque de estilo en esta pausa rítmica. El mano a mano, calmado y vibrante, entre Ross y Rafliff, fue lo mejor del concierto.
La banda supo conducir a esta audiencia entregada y variopinta entre baladas y estribillos saltarines.
El directo de R5 ofrece rock a caballo entre el pop pegadizo y el sonido pesado. Suenan con más dureza que en el disco. Si a estos elementos se suma la voz de Ross Lynch, el círculo se cierra. La intensidad del grupo, fuerte y enérgica, subió la temperatura del espectáculo. Este empujón volvió al rock eléctrico con la notable factura de su segundo cover: “Let's Go Crazy”, perteneciente a Prince. Fue otra canción para el lucimiento eléctrico.
La intensidad no decayó, el acercamiento al público estuvo un poco flojo, basándose en frases cliché de un espanglis aprendido en el backstage. Risas y nada más, estuvieron algo distantes. La hipnosis que ocasiona el nombre R5 hizo todo. En temas menos conocidos como “Easy Love” o “Lightning Strikes”, donde la voz de Rydel Lynch demostró su altura, la gente dejó de jalear: un ejemplo del estancamiento producido por el fenómeno fan. En resumen, R5 ofrecieron un concierto redondo, dentro de un espectáculo sencillo, sin pausa y a gusto del consumidor. Fue todo tan rápido que al final, te preguntas con cara atónita ¿pero ya ha acabado?... Y vuelta a buscarlos en Spotify.
No se sabe que fue primero si el fan que se acercó al nombre R5 o el grupo que enseñó sus armas de seducción a un público impresionable con facilidad. Llegaron, tocaron y gustaron: esta noche a soñar con más “Sometime Last Night” en formato mp3.